Alberto Fernández y su “sincericidio”


«Por vez primera queda expuesto ante nosotros, con enorme contundencia, el modo en que ciertas corporaciones operan sobre funcionarios, jueces y fiscales procurando de ellos favores que, en muchos casos, buscan ventajas indebidas, mientras que en otros simplemente propician la persecución de aquellos que los enfrentan”.

El presidente Alberto Fernández se vistió con el ropaje de “sinceridad” e hizo una denuncia sobre el papel de los monopolios sobre funcionarios, jueces y fiscales.

El bochornoso caso de la reunión secreta de Lago Escondido lo conmovió porque ve en ese hecho un ataque a la República. Desde ya lo hace a horas del otro “caso”: Vialidad. Insistimos con la palabra “caso” porque parecería ser que la misma unifica el carácter mafioso de la oligarquía financiera.

No podía ser de otra forma. El “señor” presidente dio por sentado que el Capitalismo Monopolista de Estado que transitamos (y que tan bien caracterizó la actual época histórica) “a él no lo roza”.

Lo que si le pega es la crisis política de la clase dominante y que la misma se exprese por donde puede. Esta vez es con el caso de su “vice” sentada en el banquillo de los acusados.

Pero que la crisis se exprese por allí no significa que las causas sean ellas.

“Las corpo” como dice Fernández (los monopolios como decimos los revolucionarios) están disputando palmo a palmo su incidencia en el Estado que los cobija. Y cuando las aguas están bien revueltas como en éstas últimas semanas es porque las causas están en aumento, en el descontento que expresa de una y mil maneras la sociedad que lo produce todo y cada vez tiene menos.

Los escritorios de los CEOS discuten su papel en el Estado y el propio presidente lo acepta.

Pero si hay algo que discuten y no se ponen de acuerdo es cuándo. A modo de ejemplo: en las grandes plantas industriales o de distribución la gente “no quiere trabajar”, no se pueden formar los equipos de trabajo estables porque las ausencias en los puestos siguen ganando terreno.

Desde el Estado los monopolios “tironean” con sus recetas para dar un corte a ello. Huelgas aquí y allá, no estridentes pero molestas, cortes de rutas por mil motivos, se agregan a un ausentismo agudizado en un mes de diciembre futbolero y por lo visto tan caluroso que crispa más aún los nervios.

Cada CEO tiene su fórmula para abordar la lucha de clases y lo hacen saber a través de sus políticos corruptos, fiscales, jueces y funcionarios, como dijo el presidente. No hay una centralización política de cómo tratar la lucha de clases y esa es la causa de los enojos por arriba. La “causa Vialidad” es por donde sangra la herida y no es menor, pero de allí a “cuestionar la república” por ese hecho no hace más que darnos la razón.

En sus empresas las diferentes políticas de dominación a la clase van variando según la misma experiencia de la clase. Pero es muy distinto cuando desde el Estado, los monopolios no se ponen de acuerdo. No es lo mismo su “ranchito” que jugar en la cancha grande.

En este marco, los monopolios siguen haciendo negocios y ganancias, y sobre todo, en los más concentrados, han crecido como ha crecido el dolor y la miseria de millones de personas laboriosas.

No es el “caso” Vialidad la causante de la crisis política por arriba. En todo caso es una expresión muy alta de ello y los revolucionarios lo tenemos que tener muy claro.

Romper con todo tipo de oportunismo “republicano” profundizando en la idea de la democracia directa que va a contrapelo de esos fiscales, jueces y funcionarios del sistema.

No es la “defensa republicana” lo que se está jugando. La clase obrera no puede alinearse como furgón de cola de una u otra facción burguesa. En todo caso, aprovechar este momento para profundizar la movilización por nuestros reclamos económicos y políticos aprovechar sus crisis para alentar las organizaciones independientes de la clase.

Son y serán días de agitación. Y los revolucionarios sabremos pararnos desde el proyecto propio, independiente que ha comenzado a rodar.

Y… Sr. Presidente: le recordamos que usted es parte y arte de esa camada de funcionarios sometidos a los dictámenes de los monopolios o de las “corpo” (como les gusta decir a los “defensores de la república”).

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