Otro fracaso más del sistema

Cuando asumió el súper ministro Massa se mencionaba que su objetivo principal era que la inflación de abril empezara con el número 3. Empezó con el 8.

El 8,4% de inflación de abril ratifica que la política de los monopolios y su gobierno es sostener el alza generalizada de los precios para seguir achatando los salarios y las jubilaciones.

Las paritarias cerradas ya se han hecho trizas en menos de un semestre. Las condiciones de vida empeoran día a día para millones de familias trabajadoras.

De los siempre amañados datos del INDEC de principios de abril sobre distribución del ingreso correspondientes al último trimestre del 2022 se desprende que sobre el total de la población con ingresos (es decir: asalariados, patrones, jubilaciones, pensiones y autónomos) que está formada por 18 millones de personas, el 80% percibió ingresos menores a los $130.000 mensuales. Es decir, el 80% de la población con ingresos no llegó a cubrir una canasta básica; canasta básica, no la familiar, que incluiría gastos que se han disparado fenomenalmente, como los alquileres.

En el mismo período mencionado, el ingreso promedio de toda la población con ingresos fue de tan solo $92.881, una verdadera miseria que muestra por qué hoy la mayoría de las y los trabajadores en blanco son pobres. Ni hablar de los que no están registrados.

Esta realidad acuciante y angustiante somete a la población trabajadora a buscar dos o más empleos para sostener la economía familiar. Una realidad que agobia y que, al mismo tiempo, hace crecer la bronca y el desprecio contra todos los partidos y políticos del sistema que, encima, se muestran más preocupados por sus internas electorales que por los padecimientos de la población.

Los que están, los que estuvieron y los que quieren llegar por primera vez (más allá de los discursos) representan facciones de la burguesía que se halla en una lucha sin cuartel a lo interno de su clase por los negocios, y en una guerra abierta contra la clase obrera y demás sectores explotados y oprimidos. De allí que las elecciones no concitan expectativa alguna en las amplias masas de la población como sí ocurrió en otros procesos electorales.

Ante esta realidad y ante la falta de una perspectiva que convoque a las masas trabajadoras a depositar esperanzas en las fuerzas del sistema, existe un sentimiento de orfandad política que la población manifiesta con expresiones de desaliento y cansancio. La supuesta calma que se observa en la superficie tiene fundamento en esa situación objetiva que no permite la expresión organizada del descontento creciente y masivo que existe.

Por eso es necesario profundizar en este análisis y pararse sobre el papel de las clases. Cómo se encuentra cada una de las clases y los sectores de clase en pugna respecto de la realidad concreta. El proletariado es uno solo, pero al mismo tiempo tiene sus particularidades respecto del papel efectivo que cumplen en la producción social.

Los sectores proletarios de los servicios (salud, educación, asalariados independientes, comerciantes) muestran un estado de ánimo distinto según las regiones del país que se trate. En lo que se denomina el AMBA (CABA y conurbano bonaerense) esta etapa no se caracteriza por un estado de luchas importante; por supuesto esto no es absoluto, pero la tendencia no indica que estos sectores muestren el dinamismo en el proceso de la lucha de clases que supo manifestarse en otras épocas.

En el resto del país es diferente. En distintas provincias se multiplican los conflictos protagonizados por estos sectores, especialmente por reclamos salariales.

Si hablamos de los sectores proletarios cuya actividad laboral depende del subsidio estatal, a pesar de que son de los sectores más afectados en sus ingresos, su protesta está mediada por las llamadas organizaciones sociales que, sea que reclamen o no, están regidas por direcciones políticas conciliadoras y/o reformistas.

En lo que es el proletariado industrial, la clase obrera, venimos caracterizando que es la clase más dinámica en el actual proceso de lucha clasista. Se multiplican cotidianamente los conflictos en cientos de empresas (de los más resonantes a los más pequeños) por aumentos salariales, por mejores condiciones de trabajo, contra despidos (sean estos por razones sindicales o políticas como por reducción de planteles), configurando un escenario en el que la burguesía no puede evitar mostrar preocupación. Máxime cuando no sólo el dinamismo se expresa en el corazón de la producción, que es lo mismo que decir en el corazón del sistema, sino que, además, comienzan a reiterarse las experiencias en las que la clase obrera, ante las traiciones de las direcciones sindicales, toma la lucha en sus manos desde las bases y la organiza con sus propias metodologías asamblearias y de democracia obrera.

Aquí radica el aspecto más singular e importante que está arrojando este proceso. En el transcurso del mismo, la clase de vanguardia va realizando una rica experiencia de lucha que logra ciertos grados de independencia con las estructuras del sistema, lo que redunda en la conformación de agrupamientos obreros que comienzas a buscar intensificar ese camino.

Desde esta perspectiva las fuerzas revolucionarias debemos ratificar una conducta política que apunte, principalmente, a aportar a la extensión y profundización de esas experiencias. Para ello es indispensable redoblar las tareas de penetración y construcción en el seno de la clase obrera llevando a la misma las ideas revolucionarias, como así también las propuestas de tácticas y de organización que permitan que esas fuerzas que van asomando con otra calidad en el enfrentamiento clasista consigan delinear un rumbo efectivo de organización independiente que permanezca en el tiempo.

Persiguiendo ese objetivo es una necesidad imperiosa la politización de la lucha, enmarcarlas en el ámbito general del enfrentamiento de clases para que las vanguardias obreras vayan asumiendo que no alcanza con la lucha económica y, al mismo tiempo, aborde la construcción planificada y consiente de sus organizaciones de lucha y de su partido político, el PRT.

Con el avance y la concreción de estos objetivos será posible ir vislumbrando una salida política a la profunda crisis que atraviesa el pueblo trabajador que antagonice con todas las falsas salidas de los partidos burgueses y pequeños burgueses. Y será el camino por el que toda la potencialidad de lucha de las masas obreras y trabajadoras encuentren un cauce de acumulación política y orgánica que dé respuestas a la angustiante vida a la que la burguesía quiere someternos.

 

Compartí este artículo