A 58 años de la fundación de nuestro Partido

Para hablar de nuestro pasado y de nuestros fundadores necesariamente tenemos que venir al presente. Fue una época histórica bajo el sistema capitalista y es una época histórica bajo el sistema capitalista.

Tenemos un Partido que se ha sostenido gracias a un hilo conductor que supieron transmitir nuestros fundadores, elementos del pensamiento revolucionario, Marxista Leninista, en un movimiento dialéctico entre la acción y la teoría revolucionaria.

Pero nos encontramos ante la complejidad ya no de tener Partido (que no es poco) sino de cómo robustecer esta organización revolucionaria. Hoy se presenta ante nosotros el cómo resolver esta cuestión.

Nuestros fundadores, un puñado de revolucionarios y revolucionarias de profundas convicciones desafiaron el pensamiento impuesto, «el sentido común» en la sociedad de aquel entonces con un caudal de acciones políticas y con un marcado contenido de clase.

Precedieron a la fundación de nuestro partido décadas y décadas de dominación ideológica por parte de la clase dominante en donde se alternaron ideas liberales, populistas y reformistas indistintamente.

Nuestros compañeros y compañeras sintieron la revolución en sus corazones y sabían de las flaquezas de sus fuerzas para enfrentar dicha situación. Pero fueron «cabezas duras».

Elevaron la mirada, le dieron un contenido de clase al momento concreto y se apoyaron en esa misma clase para construir los primeros cimientos del proceso que más tarde se iba a desarrollar.

Fue muy complejo robustecer las fuerzas materiales del partido, aunque su influencia «silenciosa» comenzaba a pesar en uno de los centros industriales más importantes del país que eran los ingenios azucareros en Tucumán.

En ese pasado están los secretos del presente. Y en ello la perseverancia, el trabajo gris entre las masas, el caminar, el experimentar fueron grandes aliados. No era fácil introducir la política revolucionaria en aquella marea ideológica de la burguesía.

Hubo un tiempo en donde ese batallar cotidiano, de insistencia en el trabajo político de construcción, en donde sus «resultados» no se correspondían con la política que nuestro partido desplegaba. Una política de masas materializada en los ingenios tucumanos, con enraizamiento del partido, con fuerzas propias pero que aún se encontraban en debilidad frente a la cuestión nacional.

Desde la fundación a la ofensiva de la clase obrera y pasando por el «Cordobazo», la estructura del partido seguía siendo pequeña y ello se reflejaba cuando se realizaban las reuniones de los comité zonales y regionales, en donde la militancia se sentía que no se crecía, que se repetían «las caras»… Pero primó el pensamiento estratégico, la idea de echar raíces en la clase, hacerse cada vez más fuerte en esa fuente de energía.

En este presente nuestro partido tomó la base fundamentada de aquel pensamiento y no casualmente lo complejo de robustecer la fuerza partidaria aparece una y otra vez en el debate cotidiano de nuestro partido, de sus organizaciones de base. Y hoy, el partido «copia» la perseverancia, el hacer, la crítica de lo actuado y el subir peldaño tras peldaño la síntesis de tal problemática.

Hay partido, hay una experiencia hecha que se va sintetizando entre el presente y ese pasado de caudal revolucionario. Intentamos robustecer las filas partidarias en un momento muy difícil y muy distinto al de nuestros orígenes. Pero hay una matriz, un ADN, muy lejos de cualquier tipo de dogmatismo que nos han legado los que hicieron experiencia y que nos está ayudando quizás a cambiar el actual estado de cosas. Nos referimos a la lucha de la clase obrera y del pueblo con un programa revolucionario conteniendo la esencia de nuestros principios.

Hoy la clase obrera industrial está retomando sus mejores tradiciones y allí también hay un «ADN».

Es la clase que se está moviendo a ritmos muy distintos a lo que hemos vivido durante varias décadas de dominio absoluto de la ideología burguesa. Y este partido, que ha respetado su historia, que ha perseverado en la clase y lo seguirá haciendo, a sabiendas que la lucha es por el poder, por construir una nueva sociedad de carácter socialista. Que la clase obrera industrial es la fuerza fundamental para tal objetivo.

La historia no nos «atrapó» porque la lucha de clases no se «atrapa». No han podido quebrar la idea de construir un partido de la clase obrera aún en la peor ofensiva ideológica de la burguesía a nivel mundial. Pero ahora se trata de robustecer las filas del partido y en ello el debate en la clase obrera tiene que ser franco y directo. Sus avanzadas, las que hoy le están poniendo el «pecho a las balas», deben asimilar que la desconfianza a la organización proletaria, al partido revolucionario es un freno para instalar el proyecto de la clase ante todo el pueblo.

Hemos afianzado nuestro Partido, pero ello es insuficiente si la clase no abraza materialmente la organización en sus diferentes estructuras.

Fuimos audaces para debatir con las vanguardias de la clase. Nuestros fundadores, un puñado de revolucionarios y revolucionarias supieron erigirse en esa dirección histórica no sin antes hacer las tareas de «perseverancia» en la clase.

Hoy emulamos esa historia cuando una nueva brisa de aire proletario recorre la lucha de clases.

Nuestro partido, hoy como ayer, será una herramienta que con su crecimiento y la influencia de sus ideas revolucionarias ayudará a destapar una nueva ofensiva que permitirá cambiar la correlación de fuerzas entre revolución y contrarrevolución.


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