¿Mayorías sediciosas?

Politizar y organizar revolucionariamente el enfrentamiento que ya se está dando.


La tendencia que está viniendo en el abajo de la clase obrera es afirmar la independencia de todo lo instituido. Es un tramo de la historia muy confusa, inédita, que juegan al mismo tiempo infinitos factores que están determinando estas acciones. Millones de trabajadores y trabajadoras han pasado por al menos una acción de autoconvocatoria y en ello se van condensando experiencias que aún no logran dar un salto en la correlación de fuerzas entre revolución y contrarevolución.

Es en este momento en donde más se necesita de un Partido Revolucionario para ayudar a hacer consciente lo que nuestro pueblo viene ejerciendo desde hace varias décadas.

¿Qué es lo que hay que hacer consciente?

No es suficiente ya la determinación de autoconvocarse, de ejercer la práctica asamblearia. Hay un grado de conciencia social que lo instituido ya no representa los intereses de explotados y oprimidos y ese piso se transita y va en aumento.

Sus expresiones son de distinta índole, su esencia la misma. En ese caminar de nuestro pueblo los interrogantes e inquietudes de saber hacia dónde vamos están en crecimiento.

Ya no se trata de «derechas» o «de izquierdas» en ese voluminoso movimiento de masas. Se trata en todo caso de darle el peso específico a la experiencia que se hace e ir resolviendo el para qué se hace.

Y es aquí en donde chocan las ideologías, los intereses de clase y la disputa necesita elevarse políticamente, cuando de lo que se trata es de enfrentar el sistema instituido.

Un sistema capitalista ya fracasado y que utiliza como herramienta fundamental la democracia burguesa. Artículo 22 de la Constitución Nacional: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución. Toda fuerza armada o reunión de personas que se atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de éste, comete delito de sedición”.

Desde este artículo de la Constitución millones y millones hemos sido y somos «sediciosos». Pero ahora deberemos hacer conscientes que siendo «sediciosos» portamos una idea antagónica a la democracia representativa y es aquí en donde necesitamos robustecer el Partido para concientizar y organizar toda la experiencia acumulada de nuestra clase y de nuestro pueblo para dirigirla hacia un nuevo poder.

La burguesía defiende el artículo 22 de la Constitución. Lo hace con su «democracia» representativa y la alterna con los palos. Ellos lo tiñen todo con esa concepción, fuerzas políticas de «derecha y de izquierda» se embarran en la lucha electoral para preservar el mencionado artículo.

Pero de este lado de la barricada y por el peso ideológico que ejerce la clase dominante no se asimila aún que la lucha masiva, autoconvocada, tiene mucho que ver con las bases de la instalación de un nuevo poder. Y en ello la práctica de democracia directa que se está ejerciendo y en aumento es subestimada por las propias fuerzas de la clase y del pueblo al no poder asociarlas a la idea de revolución social.

Nuevamente aparece la necesidad de robustecer el Partido de la clase obrera para dirigir toda esa acumulación ya realizada hacia la lucha por el poder.

Desde esta concepción de democracia directa, antagónica a la democracia representativa, el Partido Revolucionario no subestima las fuerzas del pueblo ya enfrentadas a la democracia burguesa, movilizadas en las calles y en actos cotidianos imperceptibles. Es desde allí que hay que elevar la conciencia y la organización de lo que se está haciendo en función de profundizar la actual práctica de «sedición» de masas. El Partido Revolucionario no reemplaza esa experiencia cotidiana que va en aumento, no necesita exponer sus banderas para ganar un voto en las elecciones e intentar utilizar la lucha para desembocar en la «democracia» representativa que nos propone no deliberar ni gobernar.

Hay que rebelarse. Trabajar políticamente para elevar esa experiencia autoconvocada al grado de la lucha por el poder, hacer caminar la idea de que lo que se está haciendo es lo que hay que hacer y asociarlo a los diferentes grados de organización hacia un nuevo tipo de poder de carácter revolucionario.

La burguesía no duerme por dos razones centrales: una puramente por razones de intereses y la otra por su crisis política. Cuando decimos popularmente «no duermen» en este caso específico lo planteamos porque han puesto en escena un gran mecanismo de «nuevo» engaño. Las elecciones se presentan «andrajosas» porque «andrajosos» y mezquinos son los intereses que representan. ¡¡Pero están!!

Por abajo la autoconvocatoria aún no se la asocia a la lucha revolucionaria, a la salida política revolucionaria. Y para ello, si no robustecemos el Partido Revolucionario que pueda desatar las fuerzas en la dirección correcta habrá un «desperdicio» de potencialidad.

Es mucho lo logrado en experiencia, en democracia proletaria de hecho, pero hay que concientizarlo revolucionariamente para que la democracia «andrajosa» no sea una piedra en el zapato en las filas del pueblo.

La salida revolucionaria a la crisis política que nos propone la clase dominante se está amasando, pero nuestro punto débil sigue siendo la ideología burguesa inserta en las filas de la clase y el pueblo. Y en ello tenemos que alentar la rebelión a lo instituido fortaleciendo el caudal cada vez más abundante de la lucha independiente que se está transitando.

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