Jujuy: la historia ya no se presenta sólo como pasado


El 7 de mayo, Gerardo Morales y su delfín en Jujuy «arrasaban» con los votos. Una vez más la democracia representativa tomaba oxígeno para amortiguar el dolor del pueblo jujeño.

Pero a pocas semanas, este Gobernador comprobó que no pudo tapar el sol con la mano.

¡Morales vos sos la dictadura!, es una consigna, un hilo conductor de lo que por abajo ya no se tolera.

La historia ya no se presenta como pasado. Ese «vos sos la dictadura» coreado por decenas de miles de un pueblo humilde, laborioso, nos transmite que hay algo muy profundo en esa conciencia que se resiste ir para atrás.

La democracia representativa en Jujuy “de repente» el 7 de mayo expresó el interés del gran capital monopolista en poder gobernar. O, mejor dicho: tener gobernabilidad alardeando mecanismos propios de una dictadura, pero “con la Constitución en la mano».

Morales y su delfín, acompañados por todo el arco electoral de oposición, subestimaron «el dolor» (algo que va más allá de la cuestión salarial) y le dieron un marco festivo a algo abusivamente antidemocrático.

En pocas semanas esa superestructura de «democracia» representativa hizo agua y la gobernabilidad que exige e impone el capital no sucede. Las rutas están cortadas y el «todo se compra y el todo se vende» está alterado.

Por estas horas el pueblo explotado y oprimido frenó la arrogancia del poder. Mientras el gobernador Morales se abrazaba con Larreta, en el abajo profundo subyacía una pregunta: ¿esto cómo sigue?

Lo cierto es que –en las últimas horas esa misma prepotencia dictatorial tuvo que derogar el decreto que daba marco contravencional para reprimir al pueblo en las calles. Una verdadera «entradera» la reforma Constitucional, que buscaba dar garantías políticas al verdadero poder.

La pregunta cómo sigue nos sirve para caracterizar este hecho presente, actual y reciente. Todo un triunfo político del pueblo en donde la autoconvocatoria, la asamblea, y la práctica de democracia directa se desplegaron con la fuerza que sólo puede darlo la historia acumulada que se expresa en lucha de clases.

En estas semanas de lucha autoconvocada (que no nació de la «espontaneidad» de las masas, aunque ella aún tenga un peso sustancial en el enfrentamiento de las clases) la clase dominante se enfrenta a una experiencia política que indica que la democracia directa, con metodologías de acción directa, está enfrentada a las metodologías «representativas» que impone el poder.

Ellos han dado un paso atrás, no han podido hacer la buena letra que requiere «el gran negocio» de la explotación. Pero tienen el poder y allí se está anunciando el cómo sigue.

Mientras el pueblo se sigue sosteniendo en las calles y va fogueando las nuevas avanzadas en la práctica de democracia directa, ello, la democracia burguesa con sus parlamentaristas, «salen a las calles» para desviar este proceso de resistencia y de acumulación política del abajo.

Intentarán con el «que se vayan todos» para –en definitiva- volver todos. Y es allí en donde las y los revolucionarios tenemos que fortalecer lo que es nuestro fuerte de acción práctica, la democracia directa, y trabajar decididamente en elevar la conciencia revolucionaria de lo que ya se está haciendo.

Esa es la barrera que hay que saltar. Es una fuerza política que no subestima lo que el pueblo hace. Y en ese andar le da el carácter que está desplegándose un nuevo tipo de concebir el poder con la participación plena de las mayorías.

Esa experiencia de masas se está dando en Jujuy y en Salta, pero también en centenares de enfrentamientos que se dan en todos los niveles y en todo el país.

Es naciente, es embrionario, todo eso es cierto. Pero es tarea de las y los revolucionarios hacer que ese caudal de experiencia viva se «comprometa» en metodología y en organización con un nuevo tipo de poder. En donde la democracia directa se enfrente a todo intento de sostener la democracia representativa que busca amortiguar lo que viene de bronca y rebeldía,

Allí está la gran disputa. La tarea de las y los revolucionarios, y de todas esas amplias avanzadas del pueblo es profundizar este camino.

Entonces, sí podemos afirmar que todo lo hecho, todo lo conquistado es un triunfo político. Porque vamos asimilando que ese “cómo sigue” es profundizar lo hecho e ir instalando como se pueda la idea que a la democracia directa se le hace necesario elevar al grado de lucha por el poder que construya un nuevo Estado basado en lo que se está experimentando hoy.

El reformismo intentará «institucionalizar» la rebeldía. Lo hará hasta con un lenguaje «revolucionario» como lo hace en el parlamento. Hoy intentará hacer «su agosto» electoral confundiendo y embarrando el camino de independencia política que se está gestando en la democracia directa.

Se ha dado un nuevo paso de acumulación en conciencia política de lo que hay que hacer hoy. Y sobre esa base mantener el enfrentamiento a la democracia representativa, y a «la gobernabilidad» que pretenden los amos del poder actual y todos sus aplaudidores del arco electoral.

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