Santucho y una definición para el momento actual


“El parlamentarismo es una forma enmascarada de dictadura burguesa. Se basa en la organización de partidos políticos y en el sufragio universal. Aparentemente todo el pueblo elige sus gobernantes. Pero en realidad no es así, porque como todos sabemos las candidaturas son determinadas por el poder del dinero». (Poder burgués poder revolucionario, Mario Roberto  Santucho, 23 de agosto de 1974).

Han pasado casi 49 años de esta definición. Pero hay un “hoy” que nos exige profundizar en el comportamiento de las clases enfrentadas y de cómo la clase dominante intenta e intentará avanzar sobre los derechos políticos de todo el pueblo para garantizar sus intereses.

La actual situación en la provincia de Jujuy (de cercenamiento efectivo de los derechos políticos) es acompañada por toda la clase dominante, aún en su silencio sepulcral contra tales derechos perdidos.

En estos 49 años no solo se han concentrado experiencias contra la dictadura militar, en donde la clase obrera jugó un papel fundamental y que provocara su posterior caída, sino que fueron años de caminar un período inédito para nuestro pueblo de democracia burguesa.

La caracterización de nuestro secretario general histórico, producto de una experiencia acumulada del proletariado internacional y nacional, es un aporte a la caracterización de la situación actual y  de cómo se están disponiendo las clases antagónicas.

La burguesía monopolista está inquieta. Es una burguesía enmarañada bajo un capitalismo monopolista e íntimamente entrelazada con el capital financiero planetario.

El Estado burgués viene sacando los pies del plato, su crisis política nacional e internacional acentúa “errores” y -como en Jujuy- comienza a mostrarse tal cual es. Un Estado provincial represivo que necesariamente debe garantizar las ganancias de  los grandes monopolios que, instalados o por instalarse, exigen garantías para sus intereses en juego.

La ola de luchas en esa provincia se hizo “conocida” nacionalmente cuando el enfrentamiento que vino de las mismas bases se generalizó y se robusteció con consignas políticas. El signo fundamental de la movilización y de la lucha se realizó con una vuelta más de experiencia autoconvocada.

La burguesía no duerme, el proletariado tampoco.

Mientras las elecciones aparecen como “panacea” a todos los males que provoca el sistema capitalista, los partidos políticos del sistema y “los aplaudidores” del mismo subestiman el proceso profundo que nuestra clase obrera y nuestro pueblo viene realizando desde hace muchísimo tiempo.

No es de fácil lectura que esa experiencia está dando pasos en el sentido de unidad de clase y que la misma se va entrelazando cuando el enfrentamiento -como los hizo el pueblo jujeño- así lo requirió. En ese caminar la clase obrera industrial viene rompiendo el cerco que le tendió la burguesía durante largos años y en donde aparecen esos destellos de conducta de clase.

Mientras Gerardo Morales sostiene su postura en su provincia, los discursos de ayer de ciertos popes del sindicalismo de la mano de Máximo Kirchner nos muestran que también en esta democracia burguesa, “representativa” corren parejos los palos y las zanahorias.

Despuntan abiertamente las violencias del sistema y los discursos de barricada. Se olvidan del presente con actos propios de una dictadura y venden un futuro en donde les aterroriza no ser parte del gran acto circense que propone la burguesía como acto central de una obra teatral ya derruida.

Los revolucionarios no conciliamos ni somos “vergonzantes”. Empujamos a que nazca lo nuevo que subyace en la sociedad.

Esa unidad a la que hacemos referencia se basa en no disfrazar el enfrentamiento entre las clases sino a prepararlo en cada batalla, acumulando fuerzas en la dirección del cambio revolucionario.

Los revolucionarios no nos desesperamos en un momento complejo para dar un salto cualitativo de todo lo que se está haciendo. No quebrantamos nuestros principios porque nos caractericen “de principistas” por denunciar este acto electoral y tomar como conducta política central de acumulación: la unidad por abajo, la profundización de la autoconvocatoria entendida en la elevación política de los reclamos, y el trabajo cotidiano en el comportamiento de una clase que está resurgiendo.

Es un momento en donde hay que sostenerse, en donde las acciones de enfrentamiento que se están dando en un marco de resistencia se vayan generalizando y robusteciendo.

En la provincia de Jujuy la moneda sigue en el aire, la clase dominante quiere someter al pueblo y actúa vilmente y con ira de clase. El pueblo jujeño sigue preparando sus fuerzas y experimenta, no cede en su reclamo político. La lucha de clases se eleva un peldaño.

El camino de la lucha, el del enfrentamiento, es el que acumula cuando esas variantes se logran realizar con la masividad que viene de abajo y que de hecho van por fuera de lo que la institucionalidad exige.

Es en este ir y venir por abajo que se fortalecen nuevos y nuevas compañeras con un sentido que de hecho es aplicar la democracia directa en las más diversas modalidades.

Hay que recorrer ese camino de acumulación y no desviarse ante luces de colores que el sistema “democrático” burgués nos presenta.

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