Los trabajadores ferroviarios de maestranza, limpieza y mantenimiento del ferrocarril Sarmiento, Belgrano Sur, y ramal Ezeiza-Cañuelas siguen desarrollando una tenaz lucha por sus demandas.
Más de dos meses de conversaciones donde ninguna de sus demandas fue tenida en cuenta. Donde los convenios acordados tiempo atrás tampoco fueron cumplidos. Donde inclusive no les pagan parte de sus salarios y despiden a un trabajador del Belgrano sur. Todo esto sumado al escenario de la voracidad del ajuste e inflación galopante que profundiza la reducción de salarios.
En este marco, el protagonismo asambleario de los trabajadores decide la realización de una huelga por tiempo indeterminado. Huelga que se inició en la segunda semana de agosto en medio de presiones de todo tipo para que no se realizara porque estaban las PASO. Sin embargo, la conciencia de sus necesidades urgentes es una conquista de la libertad ganada, producto de una práctica de lucha y organización que se sostiene y reafirma permanente.
Después de 14 días de paro en todas las seccionales de los tres ramales las únicas respuestas empresariales y del Estado fue apostar al desgaste, sin dejar de utilizar la extorsión. Cuantiosas cartas documento de despidos fueron enviadas, la condición de que si levantaban el paro se les iba a pagar parte del salario que se les debía, el envío de contingentes a suplantar sus labores y presiones de las más variadas (donde no faltaron la discriminación y la subestimación) formaron el arsenal de las políticas burguesas.
Todos mecanismos siniestros de estos núcleos monopolistas que pretenden sin disimulo refirmar sus políticas de esclavización del proletariado.
Ante todo ello, la iniciativa asamblearia decide movilizarse masivamente a las oficinas centrales del SOFSE y la realización de cortes de vías y ocupación de los andenes de la estación Retiro el día martes 22 de agosto.
Si bien es cierto que a instancias de esta iniciativa de base la movilización tubo determinado apoyo del gremio de maestranza, también lo es el que varios núcleos de trabajadores ferroviarios de diferentes talleres difundieron y dieron su apoyo a estas iniciativas.
En sus oficinas las repuestas del SOFSE fue el ninguneo más absoluto, amparados en la subestimación a la capacidad y organización de la lucha. Sin embargo, con el correr de las horas y frente a su persistencia en oficinas, andenes y vías, se desata la represión ordenada por las directivas ferroviarias.
Hubo golpes y forcejeos muy intensos con las fuerzas represivas que pretendían dispersarlos y doblegarlos, a lo que se suman más amenazas por parte de la empresa, con más comunicados sobre la reducción drástica del personal.
Ni esto, ni los escudos y palos sirvieron para contener la decisión asumida en asamblea. Decisión que estaba en abierta confrontación con el empresariado, el Estado y las dirigencias sindicales de la U.F. que miraban desde lejos.
La represión policial -conjugada con las demás medidas patronales que pretendían sofocar la lucha- no hizo más que agudizar la furia, cuando los trabajadores comprendieron el peso de su propia fuerza frente a una represión que no podía hacerlos retroceder. Los intentos de detención de compañeros (que fueron liberados en el mismo anden producto de la abierta lucha) expresan lo que decimos con suma nitidez.
La asamblea desarrollada después de estos viólenos episodios resuelve profundizar y sostener la iniciativa y avanza en otro corte de vías. Ya era entrada la tarde y masivamente se dirigen nuevamente a realizarlo.
La firmeza de los trabajadores se hizo sentir con más audacia. Las fuerzas represivas no recuperadas de su sorpresa, por la contundencia del enfrentamiento de hacía un rato, se vieron ahora rodeadas por ambos costados del andén y también por el frente, por una organización obrera enteramente decidida a lograr lo que se habían propuesto. Si antes no pudieron doblegarlos ahora se hacía más cruenta la situación para la misma represión.
El rigor de esta acción directa, donde el retroceso represivo seria aún más drástico, se hizo sentir con toda su fuerza. Los ecos de este mensaje retumbaron en la directiva ferroviaria que presurosa salió a parlamentar con los obreros diciendo que estaban dispuestos a conversar sobre las demandas que se venían planteando.
Se acordó el inmediato pago del salario adeudado. En menos de dos horas fue depositado. Pero también se puso sobre la mesa un concreto conjunto de demandas. Pago de los salarios adeudados; pago de un bono acordado el año pasado; aumento de salarios (equiparación salarial); ningún descuento por los días de huelga; desestimación de todas las amenazas de despidos; reincorporación del trabajador despedido; medidas de seguridad laboral; micros para las diversas cuadrillas a sus lugares de trabajo. Todas estas demandas, más las conquistas logradas durante estos dos años, deben extenderse a los trabajadores de maestranza y mantenimiento y limpieza de los ramales Haedo-Temperley y del Mitre.
Frente a la queja de las directivas ferroviarias, que pusieron el grito en el cielo por semejante paquete, la respuesta de los delegados obreros fue: ésto o por las malas. Quedando en los próximos días y sobre este nuevo escenario, ver cómo se implementan estas demandas.
Bien dicho por los mismos trabajadores: esta es una batalla más de la guerra, aquí no termina la cosa.
Porque -a decir verdad- su continuidad viene desde la unidad en las bases obreras para el sostenimiento y profundización de todo el enfrentamiento de clase. No es el comienzo, es el desarrollo necesario y creciente que van asumiendo de forma práctica las luchas proletarias.
El desarrollo de esta tenacidad de lucha que se reafirma aquí y en diversas fábricas y empresas marca otro escenario. Ya no son las elecciones, ya no son las mentiras mediáticas, ni las pretensiones de hacer “pisar el palito” al pueblo argentino con los saqueos.
Ya están interpuestas en el escenario nacional las necesidades de un proletariado que va poniendo su impronta en un andar que -a pesar de estar plagado de dificultades, con marchas y contramarchas- va desmalezando el camino al calor de la acción independiente, de su organización de base. Con el protagonismo asambleario, en un andar día a día más afinado, entramando la unidad de base, en un ejercicio permanente del enfrentamiento directo a los monopolios y el Estado a su servicio.