El desconcierto de la oligarquía financiera mundial


A finales de agosto se realizó la reunión anual de los titulares de los bancos centrales en Jackson Hole, Wyoming, EE.UU. En la misma participaron, entre otros, el titular de la Reserva Federal de ese país, Jerome Powell, y la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.

Los resultados del encuentro confirmaron la falta de rumbo de estos miembros de la oligarquía financiera mundial, las que quedaron expresadas en sus propias declaraciones.

Powell afirmó: “estamos navegando según las estrellas bajo cielos nublados”; y Lagarde tuvo una expresión en el mismo sentido: “en esta época de cambios y rupturas, cuando no sabemos aún si estamos regresando al viejo mundo o entrando en uno nuevo, ¿cómo podemos asegurarnos de que la elaboración de políticas se mantenga robusta?”.

Nadie de los allí presentes atinó a responder tales interrogantes.

Lo que sí se reafirmó, según el diario londinense Financial Times, es que la política de suba de la tasa de interés como medida para frenar la inflación en el mundo, seguirá vigente como única medida para intentar navegar la crisis capitalista. Ello implica agravar los ya alarmantes datos de recesión de la economía mundial.

La crisis de súper producción está lejos de haberse superado. Los índices de gerentes de compras (PMIs) de agosto para la eurozona, que prevén la actividad empresarial tanto industrial como de servicios, cayeron del 48,6 al 47,0 siguiendo una línea a la baja que ya se venía produciendo. En Alemania, la principal economía de Europa, dicho índice pasó de 48,5 a 44,7 en el mismo período mencionado. A ello hay que sumarle la contracción de la economía en Gran Bretaña y, particularmente, en China por lo que los datos que arroja la economía capitalista deben augurar la continuidad de las turbulencias económicas y, fundamentalmente, las políticas.

Tales dificultades políticas fueron mencionadas por la propia Lagarde en ese encuentro: “nos enfrentamos a una división geopolítica cada vez más profunda y una economía global que se está fragmentando en bloques rivales. Esto va de la mano de un aumento del proteccionismo, en la medida en que los países reconfiguran sus cadenas de suministro para alinearlas con nuevos objetivos estratégicos… en la última década, el número de restricciones comerciales se ha multiplicado por diez”. Esta cruda descripción es la base material en la que se desenvuelve la aguda competencia intermonopolista a nivel planetario, la que provoca la inestabilidad de las alianzas a todo nivel como así mismo la absoluta falta de coordinación de las políticas de los Estados, dominados por las distintas facciones de la burguesía monopolista mundial, proceso en el que ninguna de las mismas termina por imponerse sobre el resto y así lograr disciplinarlos. El carácter anárquico del capital en su máxima expresión.

Otro factor político que condiciona a la burguesía es el alza de la lucha de clases en el mundo, en particular en la clase obrera industrial y en el proletariado de servicios estratégicos. Que la suba de la tasa de interés no logre domar a la inflación debe verse como resultado de las demandas por mejoras salariales y de las condiciones laborales que se multiplican en el planeta. Sólo para poner un ejemplo, mientras se desarrollaba la reunión mencionada, en EE.UU. la clase obrera de las tres principales empresas automotrices (Ford, General Motors y Stellantis) decidía por una abrumadora mayoría de casi el 100% la preparación de una huelga en la que una de sus principales demandas es un aumento salarial de 46%, llevando el salario a 47 dólares la hora. También se reclaman mejores condiciones de trabajo, convertir en permanentes a los trabajadores temporarios, más tiempo de descanso, entre otros puntos de reclamo.

La crisis capitalista mundial seguirá su derrotero de agravamiento con las consecuencias mencionadas para los gobiernos y, principalmente, para los pueblos del mundo. La oligarquía financiera mundial no cejará en descargar su crisis agravando las condiciones de vida y de trabajo de las masas proletarias, enfrentando una respuesta de su clase antagónica que no muestra signos de debilitarse sino de fortalecerse.

Este escenario depara un agravamiento de la crisis en nuestro país, con sus propias particularidades. Ratifica que el que resulte ganador en las próximas presidenciales de octubre no tendrá margen alguno para implementar otra política que no sea la que ya se viene ejecutando.

La discusión pasa por la capacidad política para hacerlo. De allí que, a unas pocas semanas de las PASO, los discursos de ajustes salvajes, dolarización y otras bravuconadas empiezan a ser relativizados por los propios candidatos. La burguesía en nuestro país no es ajena a la desorientación que reina en la burguesía en el mundo. Tampoco nuestra clase obrera y el proletariado en general muestran signos de sumisión frente a seguir soportando el ataque a sus condiciones de vida y de trabajo. El gobierno que resulte electo tendrá por delante este escenario de agudización de la lucha de las clases, por lo que las tareas a desarrollar por las fuerzas de la revolución (las que venimos describiendo en diferentes artículos) deben ser emprendidas con la convicción de la justeza del análisis y de la capacidad y entendimiento de las masas proletarias.

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