¿Desglobalización? o crisis estructural del sistema capitalista

Desde hace más de diez años ciertos sectores de la burguesía monopolista  fueron instalando la idea de la desglobalización y con ello ocultar que esa palabra encubre la verdadera situación de crisis capitalista.

No se trata entonces de “desglobalizar” sino de como la clase dominante altamente concentrada continúa con la explotación y opresión de miles de millones de seres humanos.

Friendshoring. (producir en países amigos)

 La palabra de moda (friendshoring) por estos días la instaló la secretaria del Tesoro estadounidense Janet Yelle cuando  tiempo atrás, abril del 22 la planteó para  poder ordenar el “desorden” que provocara la idea de guerra comercial. El G20 la adoptó y la hará pesar por estas horas en India.

“Ahora” lo que prima en política es profundizar las estrategias que apuntan a solidificar y generalizar un salario Indio o africano y para ello ya no se trata tanto de enemigos sino de nuevos ”amigos” y en quienes confiar y en quienes no. Ya se ha comprobado que la estrategia de producir fronteras adentro para  “volver” al capitalismo de los 60, al sueño americano, no fué más que un intento trasnochado de ciertos sectores burgueses.

¿Donde han quedado las ideas de reindustrialización de EEUU y Europa?

Lo único claro es que ahora se trata de trasladar las cadenas de suministro a paises “amigos” y “confiables”. ¿Pero acaso Rusia y China no fueron confiables en su momento? ¿ Ahora quienes son los confiables?  La crisis del sistema capitalista sigue siendo una “caja de pandora”. ¿India confiable? ¿Vietnam? ¿Africa? Arabia Saudita, Turquía, Hungría….

La oligarquía financiera no tiene “amigos”  sabe y presiente que su enemigo de clase está tomando nuevas fuerzas resitiendo las políticas antiproletarias. Allí radica para ellos la principal cuestión a resolver . 

 Sigamos con la “señora” secretaria del tesoro:

Dijo: “favorecer la vinculación de las cadenas de suministro entre ellos, para que podamos continuar ampliando de forma segura el acceso al mercado y reducir los riesgos para nuestra economía, así como para la de nuestros socios comerciales de confianza”. Es decir, reubicar las fábricas a naciones que se consideran aliadas y que, al menos sobre el papel, ofrecen una mayor estabilidad a largo plazo.

Se “olvidó de aclarar que… a la búsqueda de salarios bajos se le han agregado con renovadas fuerzas la cuestión energética, la seguridad de suministro y el control de recursios estratégicos.

Lo que se está produciendo en su lugar es un lento goteo de empresas norteamericanas y europeas que trasladan parte de sus operaciones desde China hacia países percibidos como más seguros por Occidente. Hay ejemplos para aburrir. Apple planea producir alrededor de una cuarta parte de sus iPhones en el sur de la India; Sony ha tomado medidas similares en Tailandia; el número de fábricas de textiles se ha disparado en Bangladés y la proporción de empresas europeas que trasladaron algunas de sus operaciones de China a Vietnam aumentó un 41% en el último trimestre de 2022, frente al 13% en el tercer trimestre, según anunció la Cámara de Comercio Europea en el país. En lo que va del 2023 esa curva no se ha detenido.

En comparación con estos movimientos, los casos de onshoring, (o regresos de la fábrica a sus países de origen), han sido mucho más limitados, rozando lo anecdótico. La excepción más importante es la de los semiconductores, donde tanto Estados Unidos como la Unión Europea han lanzado y destinando miles de millones de euros y dólares entre inversión pública y privada para estas necesidades estratégicas de los monopolios. Se reafirma que sus propios pueblos no cuentan y por ello  están sumidos como nunca antes a un acelerado descenso de las condiciones de vida.

China +1:

Lo que vemos también es la reubicación de plantas industriales de China a otros países del sudeste asiático que ya tiene su nombre China +1.

Esta  es la «nueva»  estrategia de las multinacionales avalada por realidades actuales. Deslocalizar ciertas empresas implica nuevos problemas, para ello se trata de seguir en China e ir deslocalizando lo que se pueda deslocalizar sin afectar la cadena de suministro debido a la alta capacidad de China de producir con su reconocido avance tecnológico y una mano de obra que además de barata pueda garantizar esa cadena de suministro. Los últimos movimientos de la administración Biden van esa dirección ya que ha aumentado la presión de monopolios que no están dispuestos a abandonar un mercado como el Chino. La crisis de superproducción no da respiro provocando una serie de descalabros como la inflación, la recesión y mecanismos de alza de las tasas de interés que conllevan procesos de concentración impensados en todas las ramas de la industria y de servicios.

La ola de huelgas no solo no se detiene sino que por el contrario se reaviva en regiones que como en Siria y en plena guerra interimperialista su pueblo se movilza nuevamente para reclamar contra la carestía de la vida.

No hay desglobalización ni es posible desglobalizar, no hay vuelta atrás en la historia de la humanidad. De lo que se trata es de una puja intermonopolica por ganar nuevos mercados altamente  concentrados y en un marco de crisis de superproducción. Se adoptan y se adoptarán nuevas metodologías para garantizar las cadenas de suministros que se rozarán con la idea de «nuevos nacionalismos».

La búsqueda de mano de obra barata sigue siendo la cuestión a resolver por la burguesía monopolista en un momento inédito en que los proletarios del mundo van en busqueda de una vida digna. Esto es lucha de clases y la actual crisis política mundial es expresión de ello.

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