Mienten, mienten… pero cada vez queda menos


Hay que decirlo con todas las letras: le están mintiendo al pueblo.

Las fuerzas políticas del sistema (gane quien gane la presidencia o por más legisladores que sumen al parlamento burgués) no cambiarán en nada la esencia de las políticas gubernamentales que se vienen llevando a cabo y que la crisis capitalista requiere de su profundización.

Los mismos que te piden el voto saben muy bien que esto es así. Y desde el cinismo más profundo y ni la más mínima vergüenza harán lo imposible por desviar los debates y por entorpecer el camino de la lucha y la movilización de las mayorías para encorsetarlas en esta institucionalidad cada vez más recalcitrante.

Nos dicen que si los votamos “las cosas van a cambiar” y que “seremos felices con lo que viene” cuando en realidad la debacle económica y social a la que nos están empujando ya está decidida en los centros del poder económico, no en la Rosada ni en el Congreso.

En nuestro país, la democracia representativa y todas las instituciones burguesas están en descomposición desde hace años. Hay que recordar que los mismos que hoy se autoproclaman como la “salvación”, votaron a dos manos -por ejemplo- la privatización de las empresas estatales con diputados truchos; o votaron una Flexibilización Laboral con coimas que hasta fue conocida como la “Ley Banelco”… Y no sólo nadie fue preso, sino que la ley nunca fue modificada.

Nada podemos esperar de esto. Sobran ejemplos en la historia política de nuestro país de cómo la movilización popular parió cambios profundos en el proceso de la lucha de clases.

Podríamos mencionar desde el 17 de octubre de 1945 (día que el pueblo trabajador salió a las calles para exigir la liberación de Perón y dio nacimiento a uno de los movimientos políticos de masas más trascendentes del país); o el 29 de mayo de 1969 (cuando la clase obrera y el pueblo cordobés, luego de masivas movilizaciones que se sucedieron en todo el territorio, protagonizaron el Cordobazo y decretaron la defunción de la dictadura de Onganía que venía a quedarse por 20 años).

Y vale recordar la experiencia más reciente cuando en 1999 asume el gobierno de De la Rua, después de 10 años de “menemismo” y de políticas que dejaron al país con una desocupación galopante y en bancarrota. A pesar de sus promesas el nuevo gobierno siguió con la misma política económica que el anterior; incluso llegó a nombrar como ministro de economía a Domingo Cavallo que había sido el mentor del plan de Menem y responsable de sus resultados.

La caída de Cavallo y De la Rúa fue la caída de las políticas antipopulares de aquella década y sólo fue posible con el pueblo en las calles a lo largo y ancho de Argentina. Lo que decidió su suerte fueron las masas en la calle enfrentando la represión, hecho que dolorosamente nos costó nuevamente vidas de compatriotas.

Luego, la burguesía de la mano del kirchnerismo, se vio obligada a retroceder 20 casilleros para no seguir ajustando. Y esto fue producto de la lucha de clases que se agudizó y estalló con el que se vayan todos.

Por eso lo volvemos a repetir: mienten cuando nos piden el voto para cambiar este estado de cosas.

El único camino de la clase obrera y el pueblo oprimido es el de la movilización y la organización independiente de la tutela de cualquier partido burgués que se proponga: son el mismo perro con distinto collar.

Y para que ese camino dé sus frutos lo debemos recorrer por fuera de los senderos de la burguesía y sus instituciones. La movilización y la calle son nuestro terreno y a él debemos aferrarnos, desde lo más pequeño a lo más grande, para construir una alternativa política verdadera al régimen burgués en todas sus variantes y colores.

Sus instituciones no nos sirven. Lejos de cambiarlas, hay que luchar para derribarlas.

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