“La clase obrera y el pueblo argentino han vivido los últimos años riquísimas experiencias políticas que entroncan en la historia de nuestra lucha de clases, y aclaran cristalinamente cuestiones vitales para los intereses nacionales y sociales de las masas trabajadoras argentinas. Reflexionar sobre estas experiencias, observar el comportamiento de las clases enfrentadas, comprender en profundidad las particularidades de nuestra revolución y extraer las conclusiones para guiar la acción correctamente, es una apremiante responsabilidad de los obreros conscientes, de los sectores progresistas y revolucionarios en general, de nuestras más amplias masas trabajadoras” (Poder burgués poder revolucionario,23 de agosto de 1974).
En esta introducción, nuestro secretario general histórico nos transmite con insistencia la idea que cualquiera de los análisis políticos que ayuden a definir la conducta política del proletariado podrán sumar al caudal de la revolución siempre y cuando no se aparten de analizar el papel que juegan las clases enfrentadas antagónicamente.
Han pasado varias décadas y esa idea de principios se hace política, se hace respetar a pesar que la clase dominante ha querido sepultar el concepto de lucha de clases. Hoy está a la vista que el sistema capitalista fracasó en dar respuesta a la dignidad humana, pero –contradictoriamente- no fracasó en su ofensiva letal en el plano ideológico para sostener su dominación.
La burguesía monopolista ha “elegido” ese terreno para “disimular” la crisis política estructural en la que están embretados.
En la hora actual las y los revolucionarios debemos profundizar el carácter de la conducta política y en ello el partido de la clase obrera, sus destacamentos que están actuando en la actual lucha de clases, deben profundizar ese punto débil y trabajar seriamente para que no puedan disimular esa debilidad.
No hay lucha política, no hay conducta política sin lucha ideológica, lucha de ideas revolucionarias en el seno del pueblo. Pero insistimos que siendo dos tareas inseparables el terreno de la política independiente del proletariado está permitiendo hoy acumular fuerzas en el camino revolucionario y eso es lo nuevo que aparece.
Hoy las clases fundamentales están transitando un camino insospechado, pero su signo fundamental sigue siendo la disputa clasista. La burguesía monopolista no puede centralizar sus políticas con tres candidatos que están muy lejos de despertar expectativas en la clase obrera y el pueblo oprimido, pero hay que ir asimilando que detrás de esa crisis ha habido lucha de clases y que hoy la misma se encuentra en un marco de resistencia en alza y en un marco internacional que acompaña el desempeño local.
Cuando el “Robi” escribió esa introducción seguramente estaba muy convencido de lo que estaba escribiendo, una introducción que hoy se hace respetar. Y es allí en donde ese hoy de nuestra conducta política como destacamento de la clase obrera debe persistir una y otra vez en las cuestiones básicas de la actual experiencia de nuestro pueblo al cabo de varias décadas. Y en ello, y en los diferentes momentos de esa experiencia de lucha la autoconvocatoria llevó y lleva el carácter de la democracia directa como una de las conductas políticas contra la democracia burguesa y representativa que nos impone la clase dominante en todos los terrenos de la lucha de clases.
A días de las elecciones, el no ir a votar es algo más que una acción de protesta, es acumular en política revolucionaria. Porque de hecho quien asuma sentirá “el aliento en la nuca” de la ilegitimidad de sus conductas políticas.
Es allí en donde la lucha de clases se está haciendo escuchar y hay que recoger el guante desde la independencia de clase. No subestimar a nuestra clase obrera y nuestro pueblo que ya no quiere más de lo mismo pero que a la vez ya se va “codeando” y acumulando fuerzas embrionarias hacia la revolución. Aparecen entonces sí, las primeras referencias que se fueron amasando a lo largo de tantos años.
Las clases se están expresando, pero hay que leer bajo el agua, estar bien inserto y escuchar el profundo sentir de nuestro pueblo. Y cabalgar con estas políticas revolucionarias para ahondar la herida a la clase dominante.
Las elecciones pasarán y el proletariado, sus destacamentos, profundizaremos en la resistencia las herramientas que se han creado con la propia experiencia. Debemos darles a ellas un carácter que implique acumulación para la lucha por el poder.
Las clases antagónicas se están expresando, pero la ideología burguesa ha calado muy hondo para que a los ojos de las grandes mayorías proletarias puedan asimilar el poder de cambio y transformación de una sociedad que tienen en sus manos.
Hay vientos de cambio en la lucha de clases y es en ese andar que los destacamentos revolucionarios no pueden apartarse ni por un instante de ser intransigentes con las tácticas revolucionarias.
La movilización permanente, el promover un estado permanente de deliberación política en lo más profundo de nuestro pueblo, en elevar la organización independiente de la clase en los diferentes planos que se expresen, seguirán siendo las tareas urgentes y permanente de las y los revolucionarios el día después del “enjuague” electoral.