¿Gobernabilidad?

Una forma de gobierno no es “una ideología”. En el capitalismo es la que le garantiza gobernabilidad y negocios a la burguesía.

Cuando la burguesía lo cree conveniente (o lo necesita) impone una brutal y genocida dictadura, o una democracia representativa represora, o una brutal y genocida democracia burguesa. Y así podríamos continuar con las formas de gobierno que la burguesía “nos da a elegir”. En ninguna de ellas veremos que el poder esté en manos de las y los trabajadores.

Se podrían citar brutales “democracias” como la del Estado de Israel, la cual pasó de reprimir a su propio pueblo (para imponerle una reforma judicial) a profundizar el genocidio en Palestina.

Como otro ejemplo podríamos hablar de la República de la Unión de Myanmar (ex Birmania) que -como en nuestro siglo XX- se intercala entre dictaduras y democracias burguesas desde su independencia del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en 1948.

En 1962 se iniciaron gobiernos de transición, con distintas denominaciones de sistemas políticos, que perduraron hasta el 2015, con la vuelta a una democracia burguesa que supondría una gobernabilidad que la dictadura no garantizaba. Ppese a las violaciones a los derechos humanos, desaparecidos y asesinados, persecuciones políticas, presos políticos, genocidio étnico, etc., el pueblo birmano no decayó en su lucha.

Las luchas interburguesas no permitieron que la candidata Aung San Suu Kyi se presentara a las elecciones, porque según las leyes de la dictadura, ningún candidato o candidata podría estar casada con un súbdito extranjero o tuviera hijos con un extranjero (y ella era viuda de un ciudadano británico del que tuvo dos hijos con la misma nacionalidad). Esto no le impidió imponer a su candidato Htin Kyaw, y ella estar entre bambalinas.

Un dato no menor: mientras Aung San Suu Kyi recibía el premio nobel de la paz, el ejército birmano reprimía y perseguía brutalmente a los rohinyás, generando un genocidio étnico (éste, con reconocimiento testimonial de la ONU).

Desde la asunción del gobierno democrático en 2016, la lucha de clases marcó un terreno de enfrentamiento que no disminuyó, la tan esperada tregua que pretendía la burguesía nunca llegó.

En diciembre del 2018, el Hotel Tharabar Gate echó a 12 trabajadoras. Las huelgas, acampes y movilizaciones fueron reprimidas y con detenidos.

En 2019 sindicalistas fueron detenidos por organizar protestas donde exigían libertades políticas y sindicales, 2.500 personas en Rangún y otras 1.000 en Mandalay marcharon, la respuesta fue represión y detenidos políticos.

De septiembre a octubre del 2019, 400 trabajadoras y trabajadores de Unitedtex Overseas Garment Factory (una fábrica textil de origen chino) realizaron huelgas y movilizaciones exigiendo aumento salarial y mejores condiciones de trabajo. La “primer respuesta” de la empresa la dio un empresario chino atropellando un piquete, intentando golpearlos con un palo.

Más de 1.000 trabajadores de la fábrica de tejidos Myanmar Knitting Factory realizaron una huelga exigiendo mejores condiciones laborales, de salud, aumento salarial y jornadas laborales menos extensas. Pese a ganarse el conflicto, la empresa inició 45 juicios contra quienes organizaron las huelgas.

En octubre del 2019 y febrero del 2020, 15.000 obreros realizaron una serie de huelgas cuando la fábrica Thong Thai Textile Factory echó a 260 de ellos.

De enero a marzo del 2017, la fábrica de ropa Hundred Tex Garment, la coreana Myanmar Gun San y la panificadora Good Morning Bakery; en agosto, DJY Knitting Myanmar; en noviembre, confección LIA; en octubre del 2018 la textil Fu Yuen Garment Co Ltd; en enero del 2019 la textil Prestige Garment Co; diciembre la textil Cixing Knitting Factory y siguen…

La gobernabilidad que no pudo conseguir la burguesía, ni siquiera en pandemia, se hizo cada más visible. La lucha del pueblo birmano no les daba descanso, pese a la persecución laboral, política y la represión.

Cuando las luchas iban en aumento, en febrero del 2021 sobrevino un golpe de Estado.

Las masas no se hicieron esperar y salieron a las calles a pedir por la vuelta a la democracia; visiblemente sin un partido revolucionario a la cabeza piden la restitución de la democracia representativa. No es casual el símbolo utilizado, los dedos índices, medio y anular levantados, en referencia a la saga cinematográfica “Los juegos del Hambre”.

Luego, lo que parecía mantenerse en huelgas terminó en un alzamiento de protestas masivas, desobediencia civil con el advenimiento de una resistencia armada y la creación de las «Fuerzas de Defensa del Pueblo», milicias formadas en muchas ciudades y regiones.

Las huelgas y manifestaciones fueron brutalmente reprimidas por el ejército, con presos políticos, pero no cesaron.

Las protestas fueron en aumento, comenzando por el sector de salud y cada vez más clandestinas, como “la huelga de los huevos de pascuas” que incitaban a realizar huevos pintados, dejarlos en cualquier parte con leyendas contra la dictadura y exigiendo derechos laborales y políticos arrebatados.

En la industria textil prevaleció la alta conflictividad, con la respuesta del ejército ingresando a las fábricas a reprimir y secuestrar trabajadores.

La prensa burguesa en Europa salió a visibilizar ciertas condiciones de la dictadura. Así, algunas marcas como “Zara” “M&M” “Primark” de España, y otras en Europa, salieron a decir que debido a las condiciones laborales dejaban de fabricar en Myanmar. Intentaban con esto limpiar su imagen, sin detallar, que en el período que lleva la dictadura aumentó la exportación de textiles a Europa. Ejemplo de ello es el Reino de España que pasó a importar un 50% más entre el 2022 y 2023, por valor de 702,8 millones de euros.

No importa el sistema político que impere en el capitalismo, cualquiera de ellos siempre tendrá explotación, represión y persecución política, es la única forma que tiene la burguesía para intentar mantener su tasa de ganancia.

Pero desde la lucha de la clase obrera y el pueblo oprimido se sigue golpeando la tan “ansiada” gobernabilidad de la burguesía que necesitan para imponer sus políticas.

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