Declaración del PRT sobre la situación internacional


La guerra imperialista se ha desatado desde hace ya bastante tiempo. Las contradicciones insalvables entre las distintas facciones del capital por desplazar a sus competidores, en un marco de crisis del modo de producción capitalista que es tanto coyuntural como estructural, se desarrollan en el campo militar mediante conflictos armados que, más allá de los envoltorios religiosos, tribales, étnicos, nacionalistas o de cualquier característica con los que se los intenta encubrir, manifiestan una disputa por los territorios, sus recursos y la constante búsqueda de disminuir el costo de producción de bienes y servicios.

La guerra en Ucrania, los cientos de conflictos en los países del continente africano, Medio Oriente, la amenaza de una conflagración entre China y Taiwán, el rearme de países como Japón y Alemania, se dan en un marco de inestabilidad política mundial en la que ninguna potencia imperialista logra una hegemonía duradera; todas las alianzas y acuerdos entre capitalistas adolecen de una inconsistencia propia del entrecruzamiento del capital mediante intrincadas formas.

Como nunca antes el capital manifiesta que no tiene patria alguna y ello influye directamente en la política de los Estados al momento de concertar políticas con un mínimo de estabilidad. Incluso poniendo en riesgo la propia existencia del planeta y de sus habitantes ante la amenaza concreta de su destrucción, exacerbando la anarquía capitalista y demostrando (una vez más) el fracaso de este sistema.

Es tal el grado y la profundidad de la crisis que, a diferencia de otras etapas de la historia del capitalismo, los cantos nacionalistas que buscan el consenso de los pueblos para la guerra tienen una mínima expresión. Por el contrario, lo que se manifiesta es un rechazo de las amplias masas del mundo más preocupadas por los efectos de la crisis sobre su vida material.

Ello ha provocado que se venga expresando un alza sostenida de la lucha de clases en el mundo. Conflictos laborales y de toda índole se han multiplicado en los últimos años. Particularmente, los protagonizados por la clase obrera industrial son los que, además de mostrar una decisión de lucha que no aparecía en las últimas décadas, atenta directamente contra las intenciones de la oligarquía financiera por atenuar los efectos de la crisis mediante las rebajas salariales y la quita de conquistas.

Lo que la burguesía monopolista mundial logró aplicar a partir de la caída del campo socialista, cuando se auguraba un futuro capitalista promisorio y, casi, permanente, hoy se ve sensiblemente afectado por la reacción de los pueblos contra esas políticas y sus efectos.

LA SITUACIÓN EN PALESTINA

Pero si hablamos de guerras no es posible dejar de mencionar y denunciar el exterminio planificado que lleva adelante el Estado de Israel contra la población palestina, y la resistencia que ese mismo pueblo viene sosteniendo.

Un conflicto de más de 75 años que hoy ha recrudecido, en medio de las disputas imperialistas que hemos mencionado, pero que tiene la característica siniestra de mostrar al mundo la barbarie y el genocidio de uno de los Estados imperialistas con mayor capacidad militar contra un pueblo indefenso.

Abierta ocupación de territorios (en 1999 –por ejemplo- había 130.000 colonos ilegales en Cisjordania y este año la cifra supera los 700.000), bombardeos indiscriminados contra la población civil, ataques militares a hospitales y ambulancias, a caravanas de civiles que buscaban asilo en la frontera, corte del suministro eléctrico y del agua, bloqueo al ingreso de ayuda humanitaria, y una larga lista de atrocidades más.

Es en este escenario que se manifiesta el rechazo de las masas a nivel mundial contra la guerra y la matanza indiscriminada de la que es capaz el imperialismo.

Por primera vez en mucho tiempo se ha logrado romper la propaganda sionista sobre el conflicto: un informe de Armed Conflict Location & Event Data Project (ACLED) revela que se han producido a la fecha 4.200 manifestaciones a favor del pueblo palestino, equivalente al 38% de todas las protestas a nivel mundial.

Todas expresiones de solidaridad con la resistencia del pueblo palestino y la lucha por su liberación, tal como lo hace nuestro Partido parado desde el internacionalismo proletario.

Porque lo que está claro es que la necesidad del capital por dirimir sus contradicciones a través de la guerra, así como el rechazo de los pueblos a la misma, se incrementará.

Debe afirmarse entonces que las dificultades políticas para la oligarquía financiera mundial están lejos de resolverse y seguirán actuando como un condicionante de relevancia a la hora de la toma de decisiones, al mismo tiempo que las que se tomen (producto de la creciente anarquía del capital), alimentarán más todavía el rechazo de las masas y seguirán poniendo al descubierto el carácter retrógrado y deshumanizante del modo de producción capitalista.

Ante esta situación, la clase obrera con su partido revolucionario, luchando por el derrocamiento de la burguesía y su régimen de explotación y opresión debe ratificar y redoblar nuestras intenciones, intensificando la lucha irreconciliable contra cualquier facción del capital imperialista.

Nuestra toma de posición nunca puede considerar ni por un instante colocarse de un lado o de otro de tales facciones, sino por el contrario militar para profundizar sus contradicciones. Y ello es posible si en cada uno de nuestros países profundizamos las tareas indispensables para la construcción de los partidos de la clase obrera que expresen la intransigencia contra la burguesía, la lucha por el poder y la construcción de una sociedad socialista que ubique al ser humano como el centro de una nueva etapa histórica.

Para ello debemos confiar en la fuerza arrolladora que tienen los pueblos cuando se levantan. El rechazo a la guerra imperialista ha de ir de la mano con este objetivo que expresa el humanismo y la necesidad de salvar al ser humano y al planeta de la sinrazón capitalista.

Sobre la justa causa de la liberación nacional palestina, la oligarquía financiera pretende desatar una nueva guerra imperialista para superar su crisis de superproducción, destruir fuerzas productivas, y triunfar sobre sus competidores. Es la competencia del mercado llevada al extremo: la guerra por los negocios.

¡QUE TERMINE LA BARBARIE PERPETRADA POR EL ESTADO DE ISRAEL!

¡BASTA DE GENOCIDIO AL PUEBLO PALESTINO!

¡SOLIDARIDAD CON SU LUCHA Y SU RESISTENCIA!

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