Las mentiras del presidente que dice la “verdad” y de su ministro Caputo

Milei se ufana de que habla con la verdad, aunque ésta sea cruda y no deseada por sus interlocutores. La prensa burguesa y, en general, todos los medios de comunicación masivos, se hacen eco de semejante afirmación.

Sin embargo, como todo hombre perteneciente a la burguesía, Milei miente.

Dice: “No hay plata”. “No voy a perjudicar a la gente”. “Voy a ajustar a la casta”

Su ministro Caputto le hace coro y dice hay inflación y tenemos que combatirla. El problema, la causa, que nunca se combatió es el déficit fiscal y venimos a solucionarlo. Para eso debemos tomar medidas de shock.

Lo que no dice el ministro es en qué se gasta la plata que genera el déficit.

Tampoco dice que la inflación es el aumento generalizado de precios y que los precios aumentan para sostener los márgenes de ganancias de las grandes empresas y desde allí se derrama pobreza a toda la sociedad, la cual se quiere cubrir con emisión de papeles sin valor.

Ocultan las verdades y mienten.

¡Plata hay y mucha!

Los obreros y trabajadores argentinos produjimos en el 2022 un P.I.B. de US$ 742.674 millones al año según el INDEC, aunque las previsiones para este año, dan una caída promedio estimada del 2% lo que significaría una cifra final de US$ 727.820 anuales. Así y todo, podríamos vivir mucho mejor si esos recursos fueran destinados a nosotros mismos.

Cabe señalar que la cantidad mencionada corresponde a lo declarado e informado al Estado. No sabemos a ciencia cierta cuántos millones de lo que se produce no están registrados.

El problema es qué pasa con esa plata. O sea, el gobierno, para qué y quiénes destina la plata que se produce y a qué o a quienes se les retacea. Y agreguemos que si bien el gobierno anterior hacía ajustes diarios y se esforzaba por ejecutarlos a cuenta gotas no es porque defendiera intereses de clase distintos al actual. Eso explica por qué se produjeron enormes aumentos de todos los precios en las últimas semanas.

El actual gobierno asume en medio de una crisis de súper producción que se prolonga y confluye con la crisis estructural que afecta a todo el mundo capitalista de la que nuestro país no es ajeno. Así como el gobierno actual recurre a políticas de shock para defender las ganancias de la fracción más concentrada de la burguesía, la oligarquía financiera, el anterior no podría haber optado por otro camino dado el interés de clase al que también respondía.

Ayer, el ministro Caputto dio a conocer las medidas que el presidente Milei había anunciado que se tomarían. De las 10 medidas que se ejecutarán todas nos perjudican, pero algunas de ellas nos pegan en forma directa a los trabajadores y pueblo oprimido, pero no tocan los intereses de la gran burguesía, por el contrario los benefician:

  1. No se renovarán los contratos en el Estado que tengan menos de un año.
  2. Se reducirán las transferencias a las provincias.
  3. No se hará la obra pública que no se haya iniciado y no se harán más licitaciones desde el Estado.
  4. Se eliminan subsidios a la energía y transporte.
  5. El precio del dólar oficial se lleva a $ 800. Para las exportaciones se agrega un plus por riesgo país y, a modo de aranceles se hace lo mismo con las importaciones.
  6. La AUH se aumenta un 100% y la tarjeta alimentaria en 50%.

El punto 1 afecta a trabajadores que no tienen una opción como contrapartida, lo cual incidirá en mayor desocupación que actúa negativamente sobre los salarios y no sólo de los estatales.

El punto 2 afectará los recursos que las provincias destinas al gasto social: salud, educación, viviendas, jubilaciones, etc. todos de la órbita provincial porque, como es lógico en un sistema capitalistas, el apriete no tocará a los capitales ni a los funcionarios estatales que les sirven.

El punto 3 afectará obras de infraestructura tales como acueductos, caminos, escuelas, hospitales, mantenimientos de rutas, etc. con la consecuente desocupación en el área de la construcción y anexos afectando a todos sus proveedores y generadores de insumos.

El punto 4 significa lisa y llanamente aumento del gas, la energía eléctrica y dejamos en suspenso el tema de las naftas, aunque todos hemos sufrido el brutal aumento del 30% en los últimos días. Ahora, teniendo en cuenta que tradicionalmente la nafta es un 80% del valor del dólar, es de prever que el litro se iría a $ 640.

El punto 5 va incidir sobre todos los precios porque ya sabemos que cuando existe devaluación todos los capitalistas se curan en salud y llevan sus precios a emparejarlos con la moneda norteamericana. Estamos hablando de un aumento superior al 100%.

El punto 6, luego de todo lo expuesto, resulta tragicómico ya que un 100% de aumento en una asignación de $ 17.093 luego de todo lo expuesto sólo provoca odio. Lo mismo pasa con la tarjeta alimentar que va a aumentarse en un 50%.

En su discurso el ministro Caputto, dijo que el origen de todos los males es el déficit fiscal y por eso atacarán a esa causa y no a las consecuencias con estas medidas. Lo que se guardó, y ni siquiera insinuó tal como lo hizo siempre en sus discursos y en cuanta aparición televisiva protagonizó el presidente, es en qué y por qué gasta más de lo que recauda el Estado.

En toda su campaña apuntó en contra de la casta a la cual prometió sacarle sus privilegios. Pero su ministro no mencionó ningún recorte a la misma. Ya en su discurso de asunción el presidente en persona remplazó el tiro al blanco contra la “casta” por la balacera contra el Estado, al decir que “el ajuste se va a hacer sobre el Estado y no sobre el sector privado”, aunque se guardó de decir que se refería a lo que ellos consideran gastos denominados sociales y no a los beneficios que la burguesía obtiene de toda la recaudación fiscal.

Eso significa que no se van a tocar las ganancias de las empresas y que se van a disminuir las cargas impositivas sobre lo que se produce, lo cual confirma Caputto con su discurso.

La inflación se va a incrementar con todas estas medidas porque todo va a incidir en los precios, sobre todo de los artículos de primera necesidad y los alimentos.

Entonces ¿quién paga el ajuste?

La ecuación es simple: el ingreso de la clase obrera, los trabajadores y sectores de la pequeño burguesía.

Por un lado, la inflación y todas estas medidas van a licuar más los salarios, las pensiones y jubilaciones, e ingresos de los autónomos, también las ganancias de los sectores medios que están en la pendiente pues viven exclusivamente de las ventas a las mayorías populares y, en consecuencia, se ven en la encrucijada de resignar en forma creciente sus ganancias o deshacerse de su pequeño capital.

Como lo venimos diciendo, el ajuste al Estado significa menor cuantía de fondos a la educación, salud, vivienda, ayudas sociales, etc., tal como lo vienen haciendo los gobiernos anteriores, pero ahora en forma más violenta.

Mientras, a la oligarquía financiera o gran burguesía no le tocarán sus ganancias, sus prebendas encubiertas bajo el ropaje de fomentos a la producción, disminución de cargas impositivas, liberalización de controles, emisión de bonos y títulos que los beneficien, pagos de deuda exterior, etc.

Indudablemente, las medidas son una declaración de guerra contra los bolsillos de los trabajadores y los ingresos del pueblo oprimido.

Nada se habló de los ingresos salariales, jubilaciones y pensiones.

Esto no hace más que reafirmar que nuestra posibilidad de salida es ampliar la resistencia, generalizarla, organizarse contra esta brutal agresión. Apuntar no sólo a la conquista económica sino atacar la base política de estas decisiones que es la existencia de la burguesía en el poder.

No puede esperarse nada de ellos y sus instituciones. Su sistema capitalista está podrido y la democracia que esgrimen como bandera de paz social es una cáscara vacía a la cual llenan con el padecimiento de las mayorías.

El esfuerzo que debemos hacer como pueblo no es el que ellos nos proponen de aceptar con dientes apretados el shock del ajuste, sino el de avanzar en combate a estas medidas, organizarse desde las bases en pos de mayores libertades políticas, tomar decisiones en cada empresa y fábrica, barrio o centro educativo, hacernos cargo de nuestro propio destino, practicando la democracia directa, generalizando y unificando las luchas en la zona y en la región hasta convertirla en nacional, vomitando todo intento de paternalismo burgués aunque venga disfrazado de progresismo con recetas de hacer el ajuste en forma pausada o vestido de personaje que con sus contactos nos va a resolver nuestros problemas.

Las vanguardias dispersas de la clase obrera y sectores populares, conjuntamente con nuestro partido debemos empujar desde el trabajo de bases la unidad orgánica de la clase obrera y de ésta con el pueblo a través de núcleos de trabajadores que vayan creando organizaciones políticas de masas capaces de tomar iniciativas y dar respuestas en lo político y organizativo a cada necesidad planteada en el lugar.

No hay atajo a la lucha de clases, la burguesía y todo su sistema es el enemigo a combatir y así lo debemos asumir.

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