El 8 y el 24 de marzo


La lucha contra el plan de gobierno significa condicionar a todas las propuestas “salvadoras” de la burguesía.

Se viene un mes de marzo muy caliente. El 8 de marzo se conmemora el día de la mujer y el 24 de marzo es el día nacional “de la Memoria por la Verdad y la Justicia”. Ambas serán jornadas que rebalsarán el legítimo contenido de sus días y el pueblo dará su veredicto: una vez más, contra el plan en marcha.

Esas expresiones nacionales hay que trabajarlas en cada puesto de trabajo, en cada lugar en donde el explotado y oprimido pueda alzar su voz muy cerca de los suyos, en donde se pueda elevar el contenido político de estas jornadas, en donde pueda ser parte de la movida organizado y a sabiendas de para qué va.

Es en esa dinámica de estas semanas, en donde cada enfrentamiento que contemple la defensa de nuestros derechos políticos y económicos podrá también adquirir forma nacional. La lucha de clases muchas veces “no se ve, pero se siente” y ya hay un amplio espectro de la burguesía que está entendiendo que el abajo condiciona y que también se visibiliza.

Las convocatorias del 8 y del 24 de marzo serán consecuencias de lo que se haga en una previa que ha comenzado desde hace un tiempo y cuya máxima expresión ha sido la movilización del 24 de enero.

La presencia y masividad que adquiera la movilización condicionará por sí misma cualquier intento de sectarismo, propio de las fuerzas electorales que no pierden “tiempo” en llevar agua hacia sus molinos.

Se trata que las fuerzas organizadas por abajo, fundamentalmente autoconvocadas y producto de asambleas por abajo, con democracia directa, vayan clavando sus estacas en todo el inmediato proceso abierto contra el plan de la burguesía.

Mientras el gobierno sigue en “sus trece” del ajuste y aplica el “caiga quien caiga”, con el abajo caliente, la lucha interburguesa se seguirá agudizando. Pero si de algo estamos convencidos es que cuando la cuestión es clase contra clase a los de arriba los une el espanto. ¡Así están!

Es un momento dramático de la lucha política y es cuando más firme hay que tener el timón.

Por el lado de la burguesía la única salida que tienen es combinar “palo y zanahoria” (práctica cada vez más complementaria).

De este lado de la barricada debemos elevar la lucha política en lo más profundo de la sociedad y con ello -en simultáneo- para el 8 y el 24 trabajar por una fuerte presencia autoconvocada con sus diferentes organizaciones de base. Ir a esos acontecimientos implicará apegarse al objetivo de derrotar el plan de gobierno, un sentimiento que recorre a una buena parte de la población. ¡Así las cosas no pueden seguir!

Las y los revolucionarios sabemos del cruce de intereses que las diferentes facciones del poder están disputando. Son guerras interburguesas y así se expresan estos días. Esa falta de unidad política es producto de la lucha de clases, del abajo. Por eso debemos seguir trabajando para ir afianzando las experiencias en donde la clase se mueve como clase, se expresa como clase y se organiza como clase.

¡No hay conciliación de clases! Los que pretenden despertar una expectativa por algunas de las facciones burguesas en disputa son parte del plan de gobierno y en definitiva del poder burgués.

El 8 y el 24 serán una muestra también de la lucha contra todo tipo de sectarismo al que lleva la “democracia representativa”. Las fuerzas políticas del sistema subestiman – por un lado- la capacidad de nuestra clase y de nuestro pueblo, y por el otro, asimilaron que el poder de fuego del abajo puede generar hechos inéditos.

Para estas fechas las políticas revolucionarias han comenzado a pesar también en el arriba. La unidad lograda para la convocatoria está dada por el propio peso de la lucha de clases y también por la fuerte disposición de organizaciones que han hecho el centro político en la derrota del plan de gobierno y en ello la unidad trasciende los apetitos electorales.

Deberemos trabajar para que estos hechos políticos que se avecinan hagan centro en los miles y miles que recorrerán movilizados los lugares más recónditos de nuestro país.

Allí estará el verdadero protagonismo de esta historia, muy lejos de cualquier escenario que se pretenda manipular.

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