La caída del poder de compra de nuestro salario, el agravamiento constante de las condiciones de trabajo que lleva largo tiempo, el empeoramiento de las condiciones de vida tanto dentro como fuera de la empresa, son cosas que ya no nos sorprenden. Ha corrido y sigue corriendo mucha agua bajo del puente.
El llamado a la huelga por parte de dirigencias inescrupulosas es producto del tremendo malestar que padecemos todos los trabajadores y trabajadoras de la empresa. Estos convocantes o “representantes” se ven en la “triste realidad para ellos” de llamar a la huelga porque el abajo está muy caliente y ellos lo saben.
Este es un triunfo de los de abajo, de los que le ponemos todo el esfuerzo y cada vez más nos castigan desde los diferentes gobiernos en componenda directa o indirecta con gremios burocratizados. Todo a espaldas de las mayorías.
Para que el paro no sea solo una maniobra para frenar la bronca, nosotros, la verdadera base de trabajo debemos seguir ahondando la organización independiente como podamos, la organización que de abajo siga condicionando el apriete que nos quieren hacer el gobierno-sindicato-empresa.
Este paro debe ser contundente, pero a la vez debe ser un impulso para vertebrar organizaciones democráticas en donde cada trabajador y trabajadora pueda ser activo participante de las decisiones a tomar.
El Estado viene por ajuste como lo viene haciendo desde hace años y solo se lo frenará si en la base tomamos iniciativas que no dejen en manos de las burocracias las decisiones que -de una u otra manera- siempre nos afectan.
Hace muchas semanas que venimos debatiendo todas las problemáticas y eso ha sido muy bueno, ha repercutido en las “oficinas” gremiales. Ahora trabajemos pacientemente para sostener el impulso con nuestros compañeros de todos los días, los que recibimos los palos del poder.
¡La plata está. La dignidad nuestra también!