24 de MARZO: DEFENDER HOY LOS DDHH ES QUEBRAR EL PLAN DEL GOBIERNO


El golpe militar ejecutado el 24 de marzo de 1976, se podría decir, es la consagración del triunfo de los sectores más concentrados de la burguesía monopolista sobre los restos de una burguesía nacional que, para esas épocas y como diría el Che, ya no contaba con un proyecto propio. Ese triunfo fue la materialización definitiva (que luego se iría adecuando a nuevos cambios) del capitalismo monopolista de Estado en la Argentina.

La dictadura militar [1] es una de las dos formas centrales que tiene la burguesía para dominar a la sociedad. La otra (la “democracia” burguesa) es la que en la actualidad se mantiene desde el año 1983 a la fecha.

A partir de aquel 24 de marzo de 1976 los monopolios más fuertes y entrelazados con el capital trasnacional desplazaron a aquellos restos de burguesía nacional. De hecho, los sectores burgueses de origen nacional sobrevivientes en ese período son los que pudieron engancharse en la ola monopolista estatal. Nos referimos, por ejemplo, a conglomerados como el Grupo Rocca, fundadores de Techint, que logró convertirse en una trasnacional que tiene una injerencia central hasta nuestros días.

El objetivo de la dictadura era realizar un drástico cambio de la estructura productiva del país que materializara el dominio de los sectores triunfantes, utilizando al Estado y todos sus resortes institucionales en beneficio de esa facción del capital.

Ese objetivo incluía la necesidad de implantar el Terrorismo de Estado como herramienta disciplinante de la propia clase burguesa y, fundamentalmente, de la clase obrera y demás sectores explotados y oprimidos. Para ello fue implementado el plan sistemático de represión y desaparición forzada.

La resistencia de la clase obrera y el pueblo que, a pesar de la muerte, desaparición, cárcel y exilio de sus dirigentes sindicales y políticos, hizo valer su experiencia de lucha y organización forjada, principalmente en las décadas del 60 y 70, fue determinante para que la dictadura no pudiera lograr estabilidad política y económica, lo que desembocó en su retirada del poder en 1983.

A diferencia de otras experiencias de la región, los militares no se fueron cuando quisieron ni de la forma más ordenada, sino que debieron someterse ante las condiciones imperantes.

Tal era la crisis política que la propia aventura de la guerra de Malvinas fue el último manotazo de ahogado de un gobierno y unas FFAA totalmente desprestigiadas que intentaron semejante despropósito en la búsqueda de una supervivencia inútil. La derrota de esa absurda guerra (en la que murieron, como siempre, los hijos e hijas del pueblo) fue el acta de defunción de aquel gobierno.

Así entonces, durante las décadas posteriores, el movimiento de masas en la Argentina fue protagonista de incontables y heroicas luchas para sostener, defender y ampliar conquistas.

En ese camino, simultáneamente y como resultado del proceso de concentración y centralización capitalista, los grupos económicos de origen nacional y trasnacionales han intentado avanzar sobre las condiciones de vida y de trabajo del pueblo explotado y oprimido.

Las consecuencias son que en un país como la Argentina, que es capaz de producir alimentos para 400 millones de seres humanos, haya millones de hogares donde reina el hambre, la desidia y el abandono, producto de las políticas de un Estado al servicio de los monopolios. Con una pobreza estructural que significa una verdadera humillación de la dignidad humana.

Esos mismos monopolios son los que hoy se benefician con las políticas hambreadoras y represivas del gobierno de Milei. Son los mismos que nos quieren poner de rodillas no sólo en el plano económico sino, y fundamentalmente, en el plano político.

Como en la dictadura quieren derrotar al pueblo argentino como condición para que sus negocios y sus planes tengan el éxito que ellos pregonan. Éxito para ese sector minúsculo de la sociedad que significaría el fracaso para la gran mayoría del pueblo argentino.

Por eso, este 24 de marzo, además de recordar a nuestras víctimas, repudiamos el golpe, luchamos contra el negacionismo y levantamos más que nunca el grito de “Nunca más”, como vehículo y expresión masiva de nuestro pueblo. Una jornada de lucha en rechazo al plan del gobierno de Milei.

El pueblo argentino cuenta con reservas de moral y de lucha que serán las únicas que podrán derrotar dicho plan, con la movilización y el enfrentamiento en las calles, las fábricas, las oficinas, los barrios, las escuelas, las universidades, los hospitales, los ámbitos de la cultura y el arte, y en cada rincón donde la dignidad dirá presente y futuro, con toda la experiencia del pasado a cuestas.

De esta forma, también recordamos de la mejor manera a nuestros compañeras y compañeros que ya no están físicamente, pero están en cada una de las voces, los gritos y los cuerpos de quienes resistimos hoy los planes de la clase dominante.

Defender hoy los derechos humanos es quebrar el plan del gobierno.


[1] Hay quienes hablan de dictadura cívico militar para significar que con los militares había civiles que eran igualmente responsables. Con ello se da lugar a pensar que existen dictaduras ejercidas por militares que actúan por su cuenta, ajenos a la clase dominante. Es menester aclarar que toda dictadura militar es un instrumento de la clase burguesa para llevar adelante sus planes por vía violenta cuando la lucha de clases así lo requiere. Dado esto, consideramos ociosa y confusa la idea de dictadura “cívico militar”.

 


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