«La inflación está bajando» dijo el Presidente Macri. Mientras tanto, en medio del oleaje de aumentos elevadísimos de servicios, tarifas, transporte, combustibles, alimentos, ropa, etc., sólo por nombrar un producto emblemático de la canasta familiar, el precio del aceite subió 36% según reconoció la industria del sector y aclararon que en agosto subirá otro 30% (publicación de El Cronista Comercial). Demás está decir que el producto escasea en los supermercados y que éstos están especulando sin pudor, obligando a adquirir otros productos si el cliente quiere llevarse tan sólo una botella de litro por cabeza.
Pero el cinismo y la mentira bufonera del mencionado funcionario no se limitan a la economía. Sus expresiones recientes sobre la justicia evidencian otro sesgo que no puede ocultar el mandatario cuando le reclamó a los jueces que vuelquen la balanza un poco a favor de los empresarios y no tanto para el lado de los trabajadores.
No vamos a abundar sobre lo que es justo o injusto, o sobre la intromisión del Poder Ejecutivo en el ámbito judicial y viceversa, cosa a lo que la burguesía nos tiene acostumbrados. Sería absurdo de nuestra parte reclamarle al Estado otra cosa diferente. El reclamo es el ejercicio preferido de la llamada oposición política que se desgañita gritando y protestando porque a cada paso, no se respeta la ley ni la constitución.
El movimiento de masas que se agiganta está en otra frecuencia.
A las luchas más resonantes del norte -Tipoití, Ledesma y Tabacal- se suman denuncias económicas , sociales y políticas con movilizaciones sobre múltiples temas. Cada vez se hace más claro para el pueblo que la lucha es poder contra poder y que, por lo tanto, para lograr los objetivos que benefician al pueblo, hay que arrancarlos contra la voluntad de la oligarquía financiera y su Estado.
Es por eso que los aceiteros están luchando por la reapertura de las paritarias para el sector ya que la inflación se llevó el aumento de más del 40% logrado hace pocos meses, ¡pagado de una sola vez!
Los docentes, por su parte, hacen lo propio, planteándole al gobierno que debe abrir las paritarias por el mismo motivo.
Es que así como la confianza en las instituciones depende del sector o la clase a la que se pertenece, el concepto de justicia también está atado a los intereses de clase.
Cuando el presidente reclama a la justicia que incline la balanza a favor de las empresas, está pensando en el «equilibrio» y el nivel de las ganancias que los monopolios actuantes en Argentina deben tener frente a los monopolios mundiales, a fin de que se inviertan más capitales y se explote mejor la mano de obra llevándola a los niveles más bajos posibles. Y ése objetivo, sólo se logra, en una situación de lucha con la que se enfrenta el poder burgués, con mayor inflación ya que no pueden aplicar los niveles de superexplotación que pretenden.
Indefectiblemente la inflación va unida a la disminución del salario. Por eso las dos expresiones del presidente, la referida a la justicia laboral como a la de la inflación, son mentirosas y capciosas. Como dijimos, en forma ácida en otra nota publicada en esta misma página, el buen pasar del segundo semestre tan anunciado por el gobierno, se postergará para el tercer semestre de este año.
Pero a la vez, ambas frases de Macri, expresan la impotencia política frente al anhelado disciplinamiento que necesita la clase dominante para el éxito de sus negocios. Eso no lo pueden lograr y la gobernabilidad se les va de las manos diluyendo su pretendido objetivo de recuperación y sostenimiento de niveles altos de la tasa de ganancia media en el mercado argentino.
El gobierno se desbarranca en una crisis política que no tiene límite y la burguesía monopolista es testigo preferencial del fracaso de un presidente y todo su elenco ministerial (definido como un gabinete de lujo) a quienes la situación de la lucha de clases los está despojando de sus atildados trajes debajo de los cuales asoman tristes ropajes de payasos circenses sin gracia alguna y en decadencia irremediable.