La burguesía en el poder y todos sus voceros de los medios, funcionarios, y demás fauna del sistema, agita con el “enemigo mapuche”, llenan los oídos de verborragia cargada de odio (si, si, los mismos que hablan de amor), poniendo todo su aparato ideológico al servicio de la mentira, para legitimar políticamente el avasallamiento que perpetran en nombre de los negocios.
El conflicto en Lago Mascardi, es una expresión cruel más, otra entre tantas, del accionar delictivo del supuesto estado “democrático”, cuando lo que están en juego son las ganancias.
Aclaremos ante todo que se trata de 7 has de tierra recuperadas -y cuidadas, dado que son quienes se ocupan de ello- por la comunidad mapuche Lof Lafken Winkul Mapu; cuando por ejemplo Bennetton tiene 900 mil hectáreas de parques nacionales, el Grupo Heilongjiang Beidahuang (China) 330 mil; Somuncura Patagonia SA (Francia), 155 mil; Rabino Elimeir Libersohn (EE UU) 140 mil; Gold Corp (Canadá) 130 mil; Trillum Corporation (EE UU) 125 mil; Roberto Hiriart (Chile) 100 mil; Anglo Ashanti Gold (Sudáfrica) 50 mil; Grupo Burco (Bélgica) 85 mil; Ted Turner (EE UU) 56 mil y Joe Lewis 38 mil . De esto hablan cuando hablan de “peligro mapuche” y “soberanía”.
Y en nombre de ese “peligro” y esa “soberanía”, el Estado -supuestamente democrático- saca una Resolución, la 637/2022, que crea el Comando Unificado de Seguridad Zona Villa Mascardi, es decir, una fuerza militar especial de choque contra pueblo indefenso. Los mismos que se rasgan las vestiduras diciendo “nunca más”.
Para justificarlo, como hacen una y mil veces, inventan causas y cargos, incluso aunque los deje en evidencia.
Porque se imputa a la comunidad un “incendio de un puesto de vigilancia”, refiriéndose a una casilla de chapa que carece de uso, y un supuesto “intento de usurpación”. Si vamos a las leyes, esos son delitos excarcelables de penas mínimas que se resuelven con una probation, es decir, con un acuerdo entre las partes y alguna obligación de hacer o no hacer; y si vamos a los hechos, tales imputaciones no son más que causas armadas para encubrir su violencia contra el pueblo.
El propio “estado de derecho” es el que organiza un grupo armado militar que, como cuentan las compañeras víctimas de la delincuencia estatal a la Gremial de Abogados:
“El procedimiento de la detención fue con mucha violencia. Estaban todas trabajando en el territorio y de pronto comenzaron a recibir andanadas de gases y fueron atacadas por tropas de Infantería muy armadas quienes las redujeron con mucha violencia y les dijeron que las ejecutarían si se resistían. No exhibieron en ningún momento del operativo orden alguna de allanamiento. Recién horas después y ya a bordo de un móvil policial les informaron sobre la existencia de una orden judicial. Refirieron que fueron sometidas en reparticiones policiales y penitenciarias a tratos degradantes como requisas vejatorias, desnudeces etc.”
En las palabrasa de Mauro Millan, Lonko del Lof Pillañ Mahuiza:
“El modus operandi que estamos viviendo por estas horas en Lafken Winkul Mapu es que Gendarmería corta la ruta junto con las fuerzas especiales de Río Negro y hacen tipo comando. Van, tirotean, se suben a la camioneta y se van. Vuelven, tirotean y así… Lo viví personalmente y se recolectan todo tipo de vainas: de escopeta, 9 mm, todo lo que puedan imaginarse. Nuestra gente las va guardando como pruebas, pero esas pruebas nos sirven a nosotros porque… ¿a qué Justicia vamos a reclamar?”
Dejando bien en claro que la burguesía actúa como clase. Porque, por más que JXC intente lavar su cara política echándole la culpa a una supuesta “derecha odiadora” del PRO, negando cínicamente su propio accionar, lo cierto es que unos y otros se unen en su odio en contra del pueblo y en defensa de los negocios de los parásitos explotadores.
Utilizan además sectores empresarios y burgueses locales, -o sus sicarios como el caso de Frutos-, que se unen en una organización que poco tiene que envidiar a aquella liga patriótica argentina, alimentando su racismo y sus temores de burgueses pusilánimes, llamada “Consenso Bariloche” que le sirve a la oligarquía también como fuerza de choque contra el pueblo. Baste decir que en sus carteles se leía: “Roca volvé no terminaste tu trabajo”, algo que -ya que hablamos de justicia-, debió ser imputado penalmente por apología del delito.
Ahora bien, el problema, hoy, como hace 150 años, siguen siendo los negocios.
En aquel entonces la conquista del supuesto “desierto” respondía a las necesidades de tierra para pastoreo de la entonces hegemónica burguesía terrateniente. Hoy, ese territorio, de inmensa belleza, tiene un valor para negocios inmobiliarios en los que, sí, también está metida Bullrich, entre otros parásitos
Pero el problema va más allá de eso. Son las comunidades y los pueblos las que están resistiendo los avances de la oligarquía sobre nuestra cordillera. Sea que se trate de negocios inmobiliarios de millonarios (que implicarán la imposibilidad del pueblo de disfrutar esos paisajes), o de negocios petroleros, o forestales o mineros, o cualquier otra forma de avasallamiento de nuestra naturaleza en nombre de los negocios, el poder necesita disciplinar, y lo hace por la violencia estatal, como lo hizo en la dictadura militar.
Y esa necesidad de disciplinar no sólo se verifica en el hecho concreto, en el conflicto puntual de Mascardi, sino en el contexto de crisis capitalista y mayor ajuste de la oligarquía sobre el pueblo. El estado, dictadura del capital, por más que haya “elecciones”, actúa de acuerdo a las necesidades de negocio de la oligarquía.
Y si los negocios de la oligarquía requieren represión, lo harán sin miramientos, lo que ya han demostrado con creces. Este intento de avance del estado imperialista sobre las libertades, sobre la vida, sobre los pueblos, lo que debemos esperar, es que intenten profundizarlo sobre el resto del pueblo en lucha por nuestras condiciones de vida.
La única respuesta en nuestras manos a tanta afrenta, es una respuesta como clase y pueblo oprimido, en unidad. Porque el estado también es delincuente cuando se trata del incendio de los humedales o de los asesinatos laborales en el petróleo o en la gran industria.
Y también responde con represión ante estos hechos.
Entonces lo que pasa en Mascardi, es lo que nos pasa a todos de este lado de las clases sociales.
El proyecto político revolucionario de la clase obrera contempla e incluye todos los sectores oprimidos. También los sectores campesinos de los pueblos originarios, en una nueva sociedad organizada en torno a las necesidades de la vida, y no de los negocios.