Una nueva injusticia es “noticia” en nuestro país cuando Morena Domínguez, una piba de 11 años, es asesinada a manos de dos motochorros que quisieron robarle la mochila minutos antes de entrar a primera hora de la mañana a la Escuela Nº60 Almafuerte, en la zona de Villa Diamante, localidad de Lanús.
Imposible no quedar atravesados por la mayor de las consternaciones, en un contexto de crisis social, política y económica que no para de refregarnos en plena cara lo mal que la estamos pasando, lo cada vez más ingrata que es nuestra vida.
Estas manifestaciones de la más profunda podredumbre de este sistema no hacen más que hablarnos de lo necesario y urgente que es cambiar este estado de cosas: así no se puede vivir más.
También nos habla de las miserias más vergonzantes de los políticos burgueses. A apenas 3 días de las elecciones primarias ninguno de ellos perdió oportunidad de “tirarse por la cabeza” a la nena asesinada. Que, si la culpa es de la Provincia, del Municipio, o del gobierno nacional… todo de acuerdo al color político de quién hiciera el “análisis”, con el solo objetivo de sumar algún votito en el circo electoral montado para el domingo venidero.
Una verdadera vergüenza, imposible de sostener, si tuviesen algo de humanidad.
Pase de facturas y lavadas de mano. Nada nuevo. No podemos esperar otra cosa de esa manga de farsantes que quieren hacernos creer que en “el juego de la democracia” está la solución a nuestros acuciantes problemas.
Que todos hayan decidido levantar los actos de cierre de campaña “por este lamentable suceso”, generándose gran revuelo en los búnker y equipos de campaña, no hace más que confirmar la debilidad de un sistema político cada vez más decadente y condicionado por el ánimo y la acción de masas.
Mientras tanto la vida real sigue golpeándonos en la cara (y en el corazón). Morena esperaba sentada casi de madrugada en la puerta de un quiosco hasta que abrieran las puertas de la escuela. Iba sola porque sus familiares tenían que viajar largo rato para ir a trabajar.
Algún móvil policial que hiciera de consigna en la zona atendiendo a que todos los días se repetía esta situación con varios pibes esperando afuera casi de noche… bien, gracias.
Que la institución escolar decidiera abrir sus puertas antes de “lo establecido por las autoridades” para que pibas y pibes no queden boyando expuestos a cualquier desgracia… bien, gracias.
Que los vecinos del barrio conozcan a estas bandas de lúmpenes que vienen delinquiendo desde hace rato con total impunidad, que sepan que son víctimas de zonas liberadas por la bonaerense (esto es “tierra de nadie” dicen) y que hayan hecho las denuncias infinidad de veces en “la Justicia”… bien, gracias.
Cuando papás de la escuela y vecinos rescatan a Morena de la calle por la que había sido arrastrada por una moto casi 50 metros, trataron de asistirla, intentaba pararse, le dolía todo… La ambulancia demoró 40 minutos en llegar. Pero a esa altura (y más allá de los primeros auxilios que intentaron ya dentro de la Escuela) no la pudieron salvar y falleció poco después en el Hospital Evita.
Esto es lo sustancial. Otros detalles del relato no hacen más que aumentar nuestra bronca, dolor e indignación,
Como lo expresaron ayer familiares, amigos y vecinos de Morena en la comisaría 5ta. de Villa Diamante, donde protestaron por justicia y mayor seguridad arrojando piedras y escombros contra el cordón policial, más preocupado (como casi siempre) por defender a los dos detenidos que a resolver los problemas de la gente.
Para el Ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, “el caso está cerrado” porque ayer detuvieron a dos mayores de edad y secuestraron la moto y los cascos que usaron al momento del hecho.
Lamentamos decirle señor Berni que acá no hay nada cerrado. En todo caso será la resolución de un hecho delictivo entre tantos otros, pero las razones de semejante inhumanidad siguen tan presentes como siempre. O peor que siempre.
Porque cuando nos pasan estas cosas es indefectible que aparezcan a la luz las “acciones” que “el Estado” debería llevar adelante: más y mejores cárceles, más patrulleros en las calles, más policías en los barrios, penas más duras para los delincuentes, pena de muerte, severidad en los jueces para evitar la “puerta giratoria”, etc.
Todas “teorías” que –según dicen- resolverán el problema: o desde la mano dura o desde el garantismo. Pero poco se habla de los problemas de fondo.
O de que las cárceles son promotoras de nuevos delitos, o que la policía y el servicio penitenciario son nichos de corrupción, o que la complicidad de jueces, fiscales, políticos y funcionarios forman parte de los “negocios paralelos” del capitalismo, en especial el narcotráfico.
En definitiva: el origen de esa “inseguridad” que cada nuevo día se cobra la vida de personas inocentes como la de Morena, está localizado en la propia podredumbre de la institucionalidad burguesa, en el poder político, en la “mano de obra” constituida por jóvenes tomados completamente por la droga y, lógicamente, todo se sale de control.
El problema de la inseguridad es un problema político, que corre los velos y deja al desnudo que la burguesía no puede resolver su crisis y que todo estalla: en lo económico, en la educación, en la seguridad.
Por eso el pueblo está harto de vivir de manera indigna.
Porque sabe muy bien quienes son los responsables de la crisis.
Quizá no pueda todavía hacerse de respuestas colectivas, de acciones organizadas, pero diversas manifestaciones nos van dando una señal de nuevas formas de acción y organización que planteen nuevas formas de enfrentar y modificar esta dura realidad a la que nos han conducido.
La inseguridad es una muestra más del agotamiento de este sistema.