«Sin consumidores no hay capitalismo”, les dijo ayer la presidenta K a la crema de la oligarquía argentina reunida en Olivos, a quien ofreció un delicioso almuerzo regado con las mejores bebidas espirituosas. Evidentemente, tenían mucho que festejar.
Sin explotación y miseria no hay capitalismo, decimos nosotros, ella no.
Por eso les avisó a los empresarios –como si ya no lo supieran- que el «2009 afortunadamente no fue lo que todos presagiaban», y precisó que «en materia de ventas facturadas y según el dato de la AFIP, el monto fue superior en 98 millones de pesos respecto de 2008». Y llamó a “reconstruir la confianza”.
Estos señores, «formadores de precios» como les dijo la presidenta, a los que se homenajea tratándolos como duques, son los principales responsables de la degradación que vivimos los hombres y mujeres del pueblo argentino.
Más allá de las tremendas repercusiones de la inflación en la economía real de cada uno de nuestros hogares y los aumentos de precios, hay algo que los medios del sistema no dudan en disfrazar o directamente en ocultar deliberadamente: la transferencia de recursos que salen de los bolsillos populares y van a parar a las cuentas bancarias de pulpos monopolistas.
La extracción de dinero por parte de los monopolios tiene diversas formas; la plusvalía obtenida con el trabajo no remunerado al obrero es la principal, pero no la única.
A ella le siguen las exenciones impositivas que obtienen permanentemente, los subsidios -hasta para pagar sueldos-, los gastos estatales financiando los planes de “inversión” de las empresas, y por si todo esto no fuera suficiente, se meten dentro de nuestras casas, y –con mecanismos cómo el del “impuesto a las ganancias”– deciden qué parte de nuestros ingresos son “nuestros” y qué parte les pertenece a ellos…
Además, los analistas del sistema derraman ríos de tinta sobre “lo regresivo del sistema impositivo”, haciendo cuantas raras, ecuaciones indescifrables y hasta predicciones “a corto y mediano plazo”.
Pero… la inflación acaso ¿no es un impuestazo encubierto, un impuesto sin ley, sin “Congreso”, sin debates ni votaciones?
Lo que se está expresando en realidad, es que este es un mecanismo con que la dictadura de los monopolios nos ahorca una vez más, quedándose con lo poco que tenemos.
Los argentinos ya lo hemos comprobado: estos chupasangres no entienden de palabras.
Enfrentémoslos autoconvocadamente, defendamos nuestros derechos pisoteados, organizándonos desde abajo para cada respuesta. Golpe por golpe.