Algunas cifras oficiales que explican por qué es necesaria una revolución

Frente a un Estado Capitalista, todas las contradicciones y desigualdades padecidas por la clase obrera y el pueblo tienen explicación en la propia estructura económica y las prioridades que de ella se derivan.
Lejos de estar ausente, como se suele decir, el Estado se encuentra plantado con firmeza en sus intereses de clase. Muy poco importa el maquillaje, el disfraz que se pongan, las excusas y los falsos argumentos.
Para comprender hasta qué punto se condice nuestro planteo con la realidad, basta con echar una mirada a los números oficiales del último censo nacional, de público acceso. Y aunque ellos no son confiables, porque como toda estadística está cruzada por los intereses de quienes la mandan a hacer, constituyen, al menos, una parte de la realidad que se ven obligados a reconocer.
En ellos podemos ver, por ejemplo, que de 40.1 millones de argentinos, más de 5 millones no tienen acceso al agua potable y una quinta parte de ellos tienen que trasladarse más de 10 kilómetros para conseguir un par de litros de algo reconocido como un Derecho Universal en docenas de tratados internacionales (que el nuevo Código Civil desconoce como tal).
A diferencia de la gran mayoría de los países llamados “tercermundistas”, estamos muy lejos de sufrir superpoblación. Con apenas una ocupación aproximada de 14 personas por km2, en la superficie de nuestro país, sin contar con los territorios antárticos y de las Islas Malvinas.
Entonces: ¿cómo es posible que tengamos que vivir en constantes conflictos sociales, como por ejemplo los que genera la toma de tierras?
La vivienda digna es otro derecho supuestamente garantizado en la Constitución Nacional, pero está claro que el Estado, como gerente de los intereses de los monopolios, no se plantea resolver radicalmente éste, como tantos otros problemas que flagelan al pueblo… Ni lo hará.
El 39% de los habitantes argentinos viven en el conurbano bonaerense. Tomando solamente esta porción de superficie del territorio nacional, es una buena referencia para ver hacia dónde apuntan las decisiones políticas de gobierno. En el GBA sólo el 37,2% tiene acceso a la red cloacal. Y a nivel nacional menos del 50%.-
Casi una quinta parte no posee agua de red, y casi un 40% no tiene acceso al servicio de gas.
Han aumentado en diez años un 32% las viviendas colectivas. La cuestión de la vivienda es de los temas más sensibles hoy en día. Si tenemos en cuenta que casi medio millón de hogares sufren de hacinamiento (más de 3 personas por cuarto) se comprende como terrible que sólo el 67% tenga acceso a una propiedad, en un país donde si algo sobra es riqueza y tierras.
Mientras hay una densidad demográfica ínfima. Más terrible aún es el dato de que existen más de 2.5 millones de viviendas deshabitadas.
Y que una tercera parte de la totalidad de las casas del país no están en condiciones aceptables, es decir: dignas para vivir.
En el 2001, el GBA contabilizaba 1,6% de analfabetismo, diez años después la cifra es de 1,4%.
Diez años es mucho tiempo…
A su vez, este gobierno, mediante su presidenta, quien dijera que en esta década «ganada» se pagó a todo el compendio de buitres de la oligarquía financiera internacional la suma de 173 mil millones de dólares en concepto de deuda-estafa externa (para estar debiendo actualmente más de 250 mil millones).
A su vez, el jefe de gabinete se victimiza diciendo que las empresas se han llevado afuera 245 mil millones de dólares, esto es, el valor de nuestros recursos naturales y en especial de las riquezas generadas por nuestro pueblo trabajador explotado por los monopolios.
Si dejamos de lado todas las cifras difíciles de rastrear que reciben las empresas en carácter de constantes subsidios que garantizan su tasa de ganancia, y dividimos estas cifras en 10 años; al pueblo argentino se lo está explotando a un ritmo de unos 5 millones de dólares por hora.
La escena cotidiana en los medios de comunicación, nos muestra la inseguridad como únicos casos de violencia en nuestro país. Mientras tanto, la violencia que nos esconden es la de los capitales financieros del Imperialismo y los monopolios que nos saquen, nos expolian y nos entierran los sueños a un ritmo vertiginoso. Siendo ésta la madre de todas las violencias.
Una vida digna para todos es posible, y es necesario luchar por ella.
La explotación laboral, la desocupación, la falta de vivienda, la calidad pésima de los sistemas de educación y salud, la inseguridad, la desigualdad, la falta de derechos, la injusticia social; no se resuelven en este sistema.  La podredumbre del capitalismo ya no se resuelve, sino por el contrario, todo tiende a la profundización de esta catástrofe de la humanidad. La única salida es la REVOLUCIÓN.

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