El 2015 “un año político”, un año de desafíos revolucionarios.

Es común escuchar en los pasillos de las fábricas que el año que viene va a ser un año complicado porque es electoral, porque es un año político. Ni lerda ni perezosa la burguesía intenta dirigir la preocupación en ese sentido, como si esa fuese la única forma de hacer política. No importa de qué color sea el planteo, lo que importa es que se mantenga dentro de las reglas de juego de lo que ellos mal llaman democracia, es así como no les tiembla el pulso a la hora de propagandizar luchas en donde la intención es poner a tal o cual partido como eje del enfrentamiento, omitiendo las infinitas luchas que a diario se multiplican y que van carcomiendo los cimientos del poder burgués.

Pero en el 2014 se han chocado, una vez más, con el anhelo de nuestro pueblo de avanzar hacia una vida digna. Hechos que han marcado un precedente como el de Gestamp donde un grupo de obreros cansados y también decididos tuvieron en vilo la industria automotriz creando un estado de simpatía en el resto de la clase; la experiencia que llevaron adelante los obreros de Valeo golpeando a la oligarquía financiera ahí donde más les duele, en la disputa material de poder, donde las ideas de la revolución empezaron a caminar sobre un terreno fértil como parte de la misma lucha; miles de conflictos silenciados hasta llegar a la decisión de los obreros de Aluar en Puerto Madryn y los Petroleros, que gracias a la masividad, al respeto de la verdadera democracia (la democracia directa, del pueblo en asambleas) han dejado temblando la ya débil estructura burguesa de poder. Como hemos planteado en notas anteriores y en el último volante nacional éste es un hecho de toda la clase, un triunfo económico y político que desnuda la extrema debilidad de la oligarquía financiera que no puede imponer como quisiera sus políticas de ajuste y, a la vez, va creando las bases materiales de la unidad que necesitamos como clase.

Estos últimos días de 2014 y en los primeros de 2015 no podemos darles respiro, hay que ir por más: bonos de fin de año, derogación del impuesto al salario, reapertura de paritarias, aumentos salariales, golpear y avanzar al mismo tiempo. Entendiendo como clase que el año que viene sí va a ser un año político y no por las elecciones sino por la profundización de la lucha de clases y sobre todo porque masivamente empieza a aparecer la posibilidad de un cambio real que se va gestando en cada lucha, por eso que decimos que no hay luchas chicas ni grandes hay luchas, porque en ellas se va gestando el embrión de una nueva sociedad, donde la decisión en asambleas en el respeto a lo votado hace sentir protagonistas a todos. Pegada a esas luchas va la propaganda revolucionaria que empieza a jugar un papel determinante en la calidad del proceso que se nos presenta en un futuro inmediato.

Ejemplo más cabal de la exposición anterior es una frase de la gerente de la oligarquía financiera, que en su discurso de ayer, plantea que «la historia nos muestra que hay dos proyectos de país. No es sectarismo, no es discurso único; es leer la historia. No hay tantos proyectos, por eso queremos que nos expliquen cuál es proyecto». Sí señora hay sólo dos proyectos, el de la burguesía que nos lleva a la profundización mayor del capitalismo, a la degradación máxima de la especie humana y por el otro lado el proyecto de la clase obrera y el conjunto del pueblo donde, a través de una revolución, vamos encontrando los caminos hacia una vida realmente digna.  

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