¿Corrupción?¿Buenos y malos?

Publicamos algunas conclusiones que pueden extraerse de las declaraciones juradas de 2015 de funcionarios de los poderes Legislativo y Ejecutivo. Las mismas estarán disponibles para el público en pocas horas en el portal web del Ministerio de Modernización, que encabeza Andrés Ibarra. Según un estudio de la OA, el 84% de quienes declararon bienes en 2014 aumentaron «de manera significativa» sus bienes en la última declaración.

  • Basualdo lidera con un aumento considerable: de $ 129 millones pasó a declarar bienes por $ 182 millones.
  • Francisco de Narváez, que aumentó su patrimonio en un año de $ 96 millones a $ 166 millones
  • En tercer lugar,  Horacio Daniel Levin, fundador de Promofilm y hoy director ejecutivo de la TV Pública. Levin reconoce bienes por $ 150 millones, obtenidos antes de ingresar a la función pública.
  • En el cuarto lugar aparece el primer hombre proveniente de la actividad bancaria: es Guillermo Laje, tiene en su haber $ 148 millones.
  • En el quinto y el sexto lugar, dos políticos que ya aparecían en los primeros lugares en el top ten: el senador peronista tucumano José Alperovich y el diputado radical por Santa Cruz Eduardo Costa. Ambos también registran notables incrementos en sus declaraciones patrimoniales.
  • Luis Ribaya, actual miembro del directorio del Banco Nación, aparece en el séptimo lugar de la lista. En el octavo está Matías Tamburini, ex Deustche Bank y hoy a cargo del millonario Fondo de Garantía de Sustentabilidad, que maneja la Anses.
  • El presidente Mauricio Macri aparece en el noveno lugar, al igual que en su declaración de 2014. Pero con el doble de fondos: como publicó la nacion en su edición del 27 de mayo último, Macri declara activos por $ 110 millones.
  • La ex presidenta Cristina Kirchner, en tanto, en el decimosexto, aunque con más dinero declarado: pasó de $ 64 millones a $ 77 millones.
  • José Aranguren, en el puesto 11, con $ 86 millones;
  • Mario Quintana, en el 20, con poco más de $ 61 millones;
  • Alfonso Prat-Gay, en el vigésimo cuarto lugar, con más de $ 53 millones. A ellos se suman el encargado de inversiones extranjeras,
  • Horacio Reyser, que figura en el décimo lugar, con la nada desdeñable suma de $ 100 millones.
  • El secretario de Finanzas y negociador con los holdouts, Luis Caputo (puesto 12, con $ 84 millones
  • El asesor presidencial José Torello, (puesto 37, con casi $ 39 millones).
  • Máximo Kirchner, que en 2014 declaró $ 35 millones, se ubica en el puesto 33, con poco más de $ 42 millones de pesos.
  • Y el jefe del bloque de diputados, Héctor Recalde, vio subir sus acreencias de $ 28 millones en 2014 a $ 36 millones a fines del año pasado.

No es nuestra intención aburrir con datos oficiales del Estado que por supuesto también están manipulados. Pero a pesar de todo muestran la desfachatez de su accionar. Estamos hablando que éstos “señores” del poder ejecutivo y del poder legislativo que suman un total  45000 parásitos que pasaron por la oficina anticorrupción.

Estas dos instituciones del Estado  no solo muestran a funcionarios corruptos que de una u otra manera todos lo sabemos, sino y fundamentalmente el carácter de clase del Estado a cara descubierta.

En éstas tandas iniciales que pudimos conocer a través de la prensa burguesa solo se habla del patrimonio de cada uno, se esconde el tema esencial del porque ellos ocupan el lugar de privilegio en los más altos cargos del Estado.

Se debe esconder que el Estado le pertenece a una clase que debe explotar y oprimir a quienes generan las riquezas. El sistema capitalista en nuestro país ya se muestra como lo es, se presenta sin velos ni ropajes pero aún es capaz de esconder su carácter clasista, aún lo que prima es su carácter corrupto, de ésta manera se lo desclasa.

Para los revolucionarios es imprescindible asimilar la idea que ésta larga lista de “indeseables” para el pueblo no solo son corruptos, ellos siendo parte del poder burgués son instrumentos de los monopolios dentro del Estado de su clase.

En este Estado que existe “no hay buenos ni malos”, “no hay males peores y males menores”, hay capitalismo, hay una clase burguesa monopolista que lo sostiene, es poseedora de los medios de producción y es a toda esa superestructura del Estado monopolista que hay que derrotar.

Desde ese poder intentan crear confusión, la lucha de clases no se detiene, atraviesa una etapa de ebullición constante, de pleno debate político,  y el tema del carácter de clase del  Estado es crucial para asimilar más fácilmente la idea de qué tipo de revolución estamos planteando. Es allí en donde entra en juego en la gran debate entre populismo-reformismo de todo tipo por un lado y una política revolucionaria por el otro.

Nos separa un abismo, el Estado de los monopolios no se lo puede mejorar, en todo caso se lo debe acosar con más luchas por conquistas políticas y económicas, se lo debe carcomer, garronear permanentemente. Pero la vida de la sociedad humana es otra cosa y de ello es lo que estamos hablando. Entonces cabe la idea revolucionaria de luchar contra este Estado de una clase y construir un nuevo Estado de la clase obrera y todo el pueblo. Un Estado que administrado por las grandes mayorías pueda tirar hacia adelante el devenir histórico, siendo el legítimo administrador de los bienes de propiedad de la clase obrera y el pueblo trabajador.

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