Acuerdo con el FMI, la cuestión del Estado y las clases sociales

Ante la aparente inminencia de un acuerdo con el FMI, es necesario referirnos nuevamente a esta cuestión, en base a nuestra posición expresada el pasado 9/12/21 en este mismo medio (https://prtarg.com.ar/2021/12/09/sobre-el-problema-del-fmi/), el que sugerimos leer completo.

Allí decíamos: “…nuestro Partido está en contra del acuerdo con el FMI pero no hace de ese problema un eje táctico sino sólo un problema propagandístico, de explicar que el acuerdo con el Fondo implica mayor entrega de recursos vía deuda pública, pero sólo eso”; y en otro párrafo, se afirma: “¿Acaso alguna deuda contraída por el Estado de la burguesía es legítima? ¿Importa si el préstamo tomado por Macri fue sometido a la decisión del Congreso o no? ¿Es relevante a los fines de la clase obrera que el préstamo del FMI haya violado sus propios estatutos? ¿Interesa si la plata se la llevó toda Macri y su pequeño grupo de burgueses afines, o si se la llevó China con un swap, o Bulgheroni con sus acuerdos en Vaca Muerta, o quien sea?”.

Y podríamos agregar los bonistas privados, la banca con la monumental deuda generada con las leliqs (ver nota: https://prtarg.com.ar/2021/12/14/leliq-la-otra-deuda/) y tantísimos otros mecanismos de transferencia de recursos que utiliza el Estado de la burguesía para beneficio de la clase dominante.

Y allí es donde queremos hacer hincapié en esta oportunidad. En la cuestión del Estado y de las clases.

Todas las legítimas y justas denuncias contra el acuerdo con el FMI culminan en un llamado al gobierno a romper con el organismo y destinar esos recursos a fines para beneficio del pueblo. Algunos partidos políticos (como el PTS) llegan a plantear el “desconocimiento soberano de la deuda y tomar medidas de emergencia como la estatización del comercio exterior y la nacionalización de la banca”.

El error de fondo, conceptual, de este tipo de consignas exige soberanía y estatización al Estado de los monopolios mientras es ese mismo Estado, y los gobiernos que lo gestionan sin importar el color político, el que domina absolutamente todos los resortes de la economía.

No se dice una palabra de la función que cumple el Estado como órgano dominante de una clase, como el instrumento capitalista por excelencia que sirve a los fines de sostener la dominación económica, política e ideológica del modo de producción actual.

Se levantan livianamente consignas muy revolucionarias, en lo aparente, pero que en realidad son reformismo de estirpe. Exigir al Estado y a la burguesía que lleve adelante semejante tipo de medidas es como exigirle que entregue el poder mansamente.

Que se someta a sí mismo mientras es ese mismo Estado, y esa misma clase que de él se beneficia, el que tiene como función llevar adelante políticas que sostengan la explotación del ser humano y la expoliación de recursos que permitan sobrevivir al sistema como tal.

Que pone en práctica los mil y un instrumentos que tiene a su disposición para facilitar la concentración y centralización de capitales en cada vez menos manos. Que, en definitiva, de eso se trata el problema de la deuda y, reiteramos, no sólo con el FMI.

Una táctica revolucionaria que apunte a construir un proyecto político que luche por el poder no niega en absoluto el problema de la deuda, pero lo ubica en el marco general de las políticas de ajuste que los gobiernos de la burguesía, con el Estado a su servicio, implementó, implementa e implementará con el objetivo de atenuar la crisis capitalista y sostener al mismo.

Por lo tanto, dicha táctica apunta centralmente a organizar las fuerzas populares (y de la clase obrera en particular) para aumentar la resistencia contra las políticas de los monopolios Y cuando decimos organizar nos referimos, especialmente, a organizarlas en el lugar que corresponde que es allí donde se ejecutan cotidianamente y no rejuntando sellos que realizan convocatorias anti-deuda pero que no están presentes, ni por asomo, en las tareas necesarias para que el movimiento revolucionario crezca en nuestro país.

Y si están presentes, es para aplicar políticas reformistas que desvían a la clase obrera y al pueblo de sus verdaderos objetivos de liberación.

Sabemos que por estas posiciones nos tildan de “sectarios”, de que “no entendemos nada”, que somos una “secta”, etc. Ello no hace mella en nuestras convicciones.

Lo que perseguimos es construir un partido y una política que esté en condiciones efectivas y reales de luchar por el poder, aportando a que la clase obrera, junto al resto de los sectores populares, erijan un proyecto propio que organice el poder desde abajo.

Y para ello estamos donde tenemos que estar para enraizar en lo profundo de nuestra clase y nuestro pueblo las ideas y las políticas de la revolución y la lucha por el poder, lejos de los fuegos de artificio con los que las fuerzas reformistas se entretienen.

Denunciamos el acuerdo con el FMI como así todos los acuerdos y políticas del Estado de los monopolios, con un objetivo claro de avanzar en la lucha revolucionaria, sin esperar ni mendigar a la clase dominante que haga lo que en realidad debemos hacer los revolucionarios.

Ni falsas consignas soberanas ni medidas de emergencia solucionarán la grave situación de las masas populares. Sino acrecentar la resistencia organizada contra cada medida de los monopolios y su gobierno para conquistar e imponer desde abajo las demandas, en el camino de una construcción política enraizada profundamente en la clase obrera y el pueblo que se proponga y lleve adelante la lucha por el poder y el socialismo. Sin eufemismo ninguno.

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