La muerte de Silvia Daniela Giménez ¡No fue un accidente!


Ayer, 17 de julio, la noticia que enlutó al pueblo trabajador es que Silvia Daniela Giménez, tripulante de Aerolíneas Argentinas falleció tras un accidente automovilístico cuando iba a Aeroparque para cumplir con su tarea. Iba en un remis contratado por la aerolínea. El chofer sufrió un ACV y chocó contra otro colega que trasladaba a su casa a otra tripulante luego de la jornada laboral, que sufrió politraumatismos al igual que el otro chofer del remis.

Al cumplirse los 15 años de la “re estatización” de Aerolíneas Argentinas y en un acto de carácter electoral, el presidente de la empresa (Pablo Ceriani), rodeado de Cristina Kirchner y del candidato Sergio Massa, hizo mención al hecho, tratándolo como un “infortunio” y un “accidente”. Los pocos medios que se dedicaron al tema hicieron lo propio.

¿Qué hay detrás de la escena del “accidente”?

Lo que se le olvidó decir a Pablo Ceriani es que las condiciones de trabajo dentro de la misma, así como en las empresas tercerizadas, son las verdaderas responsables de los “accidentes” que se han producido y los que vendrán.

El trabajo de los remiseros también es insalubre. Lidian con el tránsito de Buenos Aires las 24 horas del día, están muchísimas horas sentados, tienen pocos francos y mínimo tiempo de vacaciones. Trasladan tripulantes, lo cual implica correr detrás de los horarios incluso cuando combinan búsquedas y no llegan de un lugar a otro, lo cual implica mayor estrés (en la mayoría de los casos más de un tripulante por auto). Y si bien la empresa Aerolíneas Argentinas paga por cada tripulante transportado, la empresa Canning le paga al remisero un pequeño porcentaje a partir del segundo tripulante.

En esas condiciones extremas de trabajo como la del remisero que sufrió un ACV no debería considerarse como un accidente. Con doce horas de trabajo ningún ser humano está en condiciones de “vivir dignamente”. No sólo no podemos tratar los problemas preventivos de salud por falta de recursos y de tiempo, sino que lo único que deseamos es un momento para descansar física y mentalmente.

En cuanto al personal de la empresa, y en este caso el de los y las tripulantes, las condiciones de trabajo y los salarios derrumbados con el correr de los años y con mayor virulencia desde el 2020 (con un discurso de “colaboración por parte de los trabajadores” enmascarado en la situación de la pandemia) no le va en zaga al resto de trabajadores.

Literalmente una tripulante no sabe en qué día vive. No lo ponemos entre comillas porque es así la vida cotidiana. Es un trabajo insalubre (reconocido así a nivel mundial) pero no reconocido como tal tanto en los salarios como en la ley aeronáutica modificada a fines del año 2021.  Allí se ajustaron aún más los horarios lo que impacta directamente en un menor descanso de los tripulantes entre vuelo y vuelo dando como resultado más caos en la programación, mayor flexibilización y precarización.

El trabajador o la trabajadora pertenece a un sistema de carácter opresivo en donde se ha perdido la sensatez del disfrute en las horas de descanso.

En medio de este el horror ni Cristina Kirchner, ni Sergio Massa hicieron referencia al “accidente”. Pasa que lo que viene será un poquito peor para el pueblo trabajador. Gane quien gane recibirá el mandato para seguir deteriorando las condiciones de vida y, sobre todo el salario.

El Grupo Aerolíneas Argentinas pertenece al grupo multinacional SKYTEAM. Sujeto a este grupo de grandes líneas a nivel mundial desde el año 2012 que a la vez disputa contra otras alianzas de líneas aéreas.

Es en ese contexto que las decisiones políticas empresariales dejan de ser “re estatizadas” como le gusta decir a la clase dominante. Las decisiones políticas están globalizadas y estos señores y señoras del palco que “festejaron” los 15 años de “re estatización” están llamados a llevarlas adelante.

Aquí no hay ningún interés de favorecer al trabajador o trabajadora. Es por ello que las condiciones de trabajo actuales se han deteriorado al límite de provocar la muerte de una compañera como Silvia Giménez, lo cual podría haberse dado en cualquier ámbito y a cualquier trabajador o trabajadora. Porque dadas las condiciones de vida y de trabajo la tragedia está latente.

No fue un accidente, fue una muerte evitable.  Y depende de las y los trabajadores frenar esta situación y evitar que las cosas pasen a mayores y luego nos responsabilicen de cualquier “descuido”.

Es necesario crear un estado deliberativo en todos los sectores de la empresa. Esto no fue un accidente y es urgente preparase en todos los sectores para resistir un sistema que nos deteriora como seres humanos.

Debemos profundizar la organización por abajo y denunciar que por arriba ninguna organización sindical llamó a parar al menos el vuelo en el que debía viajar Silvia cuando en las redes sociales así se lo requería.

En estas horas de dolor, la verdadera democracia en la empresa la debemos llevar a cabo abriendo la discusión por abajo sobre las condiciones en las que nos encontramos y, a la vez, preparar las fuerzas que podrán dar respuestas contundentes al malestar generalizado que no encuentra cómo expresarse.

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