¿Y…ahora? Surge más nítido el enfrentamiento de clases


Voten a Massa que “si no se viene el ajuste”, decían desde el peronismo antes de las elecciones, como si el gobierno no estuviera ajustando los bolsillos de los trabajadores y sectores del pueblo oprimido. Pero, además, la primera medida que toma el gobierno luego de conocerse el resultado electoral es una brutal devaluación que incidirá en todos los precios.

El dólar oficial fue llevado desde los $ 287 que costaba el viernes pasado a los $ 350 de ayer lunes. Es decir, en sólo tres días, incrementó la friolera de $ 63 o un aumento del 22% si queremos medirlo en porcentaje, aunque el precio de venta trepó a $ 365,5.

Es evidente que las importaciones de insumos, repuestos, y elementos que componen los bienes de producción, así como los productos finales que vengan desde el exterior van a dispararse en la misma proporción o más y esto repercutirá en todos los precios del mercado de consumo. También es evidente que a esto debemos agregarle que el dólar blue tocó los $ 695 pesos y tanto uno como el otro, incidirán en la especulación que a diario nos tienen acostumbrados los burgueses de todos los tamaños, porque cuando se trata de especular, si bien los monopolios se llevan la parte del león, no hay burgués grande, mediano o pequeño que dude sumar unos puntos más de lo que varió la devaluación por si acaso esgrimiendo la razón de que hay que “reponer”. El lunes algunos comerciantes hablaban de aumentos de entre 25% y 30%.

Luego de haberse cerrado, recientemente, paritarias de varias ramas los aumentos conseguidos se disiparán antes de verse reflejados en los salarios a cobrar.

El golpe a los bolsillos es enorme y mueve a mayores y generalizadas luchas por emparejar, al menos, los ingresos con el nuevo costo de vida.

En esta situación de quiebre estructural del capitalismo en donde la crisis política de la institucionalidad burguesa no acierta a que ninguna fuerza partidaria de dicha clase pueda resolver nada en relación a las vidas de las mayorías laboriosas, las elecciones no sólo son un engaño recurrente, sino que también constituyen un castigo.

Por eso, más que nunca, debemos enfrentar en todos los terrenos los embates que nos impone el poder burgués ya sea desde el actual gobierno como de lo que está planificando la oposición (llámese Juntos por el Cambio o el partido de Milei) quienes han prometido profundizar las decisiones pro monopolistas.

Los amigos de Macri, prometiendo que tomarán medidas que impliquen recortar los convenios colectivos, reducir recursos estatales para el llamado gasto social (educación, salud, vivienda, salarios estatales, etc.) y represión a piquetes, cortes de calle y rutas, etc.

Desde el partido de Milei, afirmando que dolarizará la economía plantando la moneda norteamericana, aunque dicha moneda ya viene rigiendo como espejo para la valorización de las mercancías menos para los salarios e ingresos de trabajadores y pueblo oprimido. En suma, se profundizará la nivelación de precios a valor dólar dejando estancando más aún los magros ingresos de quienes no tenemos más que la posibilidad de vender nuestra fuerza de trabajo para subsistir o de percibir pensiones o jubilaciones de hambre. A esto le sumará el anuncio de que se “acaban los derechos ya que los mismos cuestan caros”, como si las conquistas tuvieran que ser pagadas por el propio pueblo movilizado que las logró. La mente burguesa no admite ni siquiera la idea de que pudieran restarse de su propia ganancia o capital los recursos que el proletariado y las masas obtienen con sus luchas.

A toda esta bravata hay que frenarla con luchas masivas y organización política desde las bases independientes de la tutela de la burguesía y sindicatos pro patronales ya que es nuestra única posibilidad de hacerlos retroceder en sus objetivos de aumentar sus ganancias saqueando nuestros ingresos.

La lucha de clases se hace más nítida y cada vez hay menos margen para el engaño o para las expectativas ilusas de poder humanizar el capitalismo. Ninguna promesa que se haga, venga de donde viniere, acerca de poder solucionar algún aspecto del funcionamiento del sistema tiene visos de concretarse.

Si dependiese de ellos solamente, no se crearán puestos de trabajo con sueldos dignos cuando los salarios de hambre fueron impuestos por los mismos quienes prometen tal cosa para aumentar sus ganancias. Tampoco se repartirá mejor la torta de la producción nacional por la misma razón. No se protegerán mejor las vidas y la seguridad de los trabajadores y el pueblo oprimido contra la delincuencia porque quienes manejan los grandes negocios de la droga y demás delitos son precisamente los bancos, las grandes empresas y los funcionarios de los gobiernos e instituciones del sistema. No se avanzará en la educación y la salud públicas y gratuitas ya que son ellos quienes le han restado y le seguirán retaceando recursos a dichos fines. No se avanzará en el ingreso de las pensiones y jubilaciones porque son ellos quienes han vaciado los fondos de las cajas remplazándolos por bonos depreciados. Y así, podríamos seguir detallando las cosas que nunca harán.

Esas reivindicaciones sólo se logran a fuerza de lucha política y organización que permita darle continuidad y ámbitos de acumulación cada vez mayores hasta que podamos tener la fuerza suficiente para derrotarlos y tomar el poder en nuestras manos, lo cual lograremos estando preparados para ello. Por eso es inevitable el proceso de lucha, agrupamiento en organizaciones de masas y robustecimiento del partido revolucionario que vaya planificando nacionalmente el momento, midiendo la correlación de fuerzas y dando las orientaciones para transitar por el camino adecuado que el proletariado y las masas oprimidas deben tomar para lograr el objetivo.

La encrucijada es de hierro: es la burguesía con su sistema capitalista y su falsa democracia o nuestra clase obrera en unidad con los oprimidos de nuestro pueblo hacia la revolución socialista.

Hace cuarenta años que venimos votando mientras se degradan nuestras vidas, enterrándonos en el barro de la desesperanza y viendo alejarse la posibilidad de un futuro mejor en los marcos de este sistema. Elegir a los funcionarios que nos van a oprimir siguiendo los intereses de los grandes capitales no nos dará otra cosa que nuevas frustraciones.

Por eso es necesario avanzar contra estas políticas de hambre y privaciones tratando de convertir la actual resistencia en ofensiva política de masas.

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