Algunas reflexiones sobre el conflicto del SUTNA


Los trabajadores del neumático nuevamente están en conflicto. Si bien el eje central que mueve a las bases es la recomposición salarial, mezclada con bronca por los ritmos de trabajo y despidos arbitrarios, tanto las patronales como la conducción del sindicato están introduciendo mucha mugre, metiendo por la ventana el problema de la importación de neumáticos, un problema que nos es completamente ajeno a nuestros intereses de clase.

De esa manera, pretenden montarse sobre un conflicto salarial para meter la cuchara de los negocios. En concreto, a partir del Decreto 384/2024, se implementa una rebaja en los aranceles de importación de neumáticos que bajan del 35% al 19%, lo que traería un aumento de la competencia, particularmente, desde China.

De todas maneras, la importación no se abre para todos los productos, sino para neumáticos de carga (camiones y buses), que además son de una calidad inferior y no permiten recapado.

Frente a esto las neumatiqueras salieron a poner el grito en el cielo, hablando de la “perdida de competitividad” y el “dumping chino que se viene”, pero la realidad es bastante diferente. En primer lugar, porque el negocio del neumático no se limita al mercado interno, sino que son esquemas globales: Empresas como Bridgestone o Pirelli producen distintos segmentos y calidades en sus distintas plantas alrededor del mundo, y luego van integrando la gama de productos de acuerdo a las necesidades de cada mercado. Esto les permite mantener mayores volúmenes de producción y niveles de productividad, ya que permite automatizar mejor los procesos, evitar fallas por cambios de formulaciones y perdidas de tiempo por cambio de moldes.

Además, también forma pate del esquema de negocios y alianzas internacionales con la industria automotriz. Por eso, la industria automotriz local importa una parte de los neumáticos que consume (Continental, Goodyear, Michelin, etc.), mientras que las neumatiqueras exportan una parte de su producción. Eso a su vez les permite tener mayor flexibilidad en los negocios y no depender de un mercado automotriz tan específico. En fin, toyotismo…

De las tres neumatiqueras que hay en el país, FATE es la única que se podría considerar exenta de este esquema. Hay incluso quienes se animan a decir que “no tiene la espalda” de Bridgestone o Pirelli. Dos cosas a propósito de ello: 1) Domina el segmento de neumáticos para maquinaria agrícola, que no es menor. 2) El principal accionista de FATE es Madanes Quintanilla, quien a su vez es el principal accionista de ALUAR, único fabricante de aluminio en el país cuya empresa fue financiada directamente por la última dictadura militar.

De acuerdo a los últimos datos disponibles en la Cámara de la Industria del Neumático, cuyas cifras aclaramos no están actualizadas desde 2008, más de la mitad de la producción en ese momento se exportaba. Pero los números no deben haber cambiado demasiado, ya que cuando Pirelli anunció su última inversión en 2021, en el segmento de motocicletas, se propuso llevar la cifra de producción a 450.000 unidades anuales, de las cuales la mitad se destinarían al mercado externo.

De todo esto se deduce lo que hoy ya es obvio para cualquier trabajador: los precios de mercado interno son precios de mercado mundial, es decir que hoy FATE, Bridgestone y Pirelli ya están compitiendo con “las cubiertas chinas” en el mercado global, y esos mismos precios nos imponen en el mercado interno. Claro, con algunos beneficios extra: garantizan un oligopolio, dados los aranceles de importación; obtienen subsidios para la compra de materia prima, como lo hicieron durante la gestión de Sergio Massa cuando se estoquearon aprovechando el “dólar barato” (barato para ellos, porque para nosotros…); y sobre todo, producen con salarios pulverizados y mínimas inversiones en seguridad e higiene.

Por todo esto que decimos es que la posición de la conducción gremial es una posición patronal, una posición que está pensando más en los intereses de los dueños de las empresas que en los intereses de los trabajadores. Porque Alejandro Crespo no salió al cruce del salario de los trabajadores; ni impulsó una huelga de todo el neumático cuando despidieron compañeros en Bridgestone; no impulsa medidas contra los aprietes por productividad que están metiendo en la industria del neumático.

Habría que recordarle a Crespo que en FATE, aquella fábrica de donde salió el un día, personal de la empresa está recorriendo los puestos de trabajo, como si estuviéramos en el siglo pasado, tomando los tiempos de producción y amenazando trabajadores. Tomando los tiempos de producción con los mismos tomatiempos que se instalaron gracias al pacto social firmado en el 2019, cuando supuestamente FATE estaba en crisis y por eso quería despedir 400 trabajadores. A la luz de la historia queda clarísimo que ni estaba en crisis, ni nada: quería hacer pasar su reforma laboral con amenazas y “negociaciones”.

Pero en lugar de denunciar esta situación Crespo prefiere justificar el aumento de precio de los neumáticos por el impuesto país de Milei, discusión que para nosotros es absolutamente secundaria, porque constituye distribución de ganancias, es decir, o se va como ganancia a la empresa o se va como impuesto al gobierno, pero no, mejor justificar el aumento de precios que no es otra cosa mas que disminución del poder adquisitivo del salario. Esto es lo que sale de su discurso en Pirelli, donde tiene mas peso la cuestión impositiva que la explotación a los trabajadores.

Y, por si fuera poco, Crespo sale directamente a la defensa de la “industria nacional” cuando dice:

“Pocas veces vimos medidas de protección tan altas. Peor, de protección a los países extranjeros de la producción nacional. O sea, tenemos un Estado que esta tratando de proteger a otros países en lugar de a quienes ocupan espacio en esta Argentina.”

¿A qué se referirá Crespo cuando dice “a quienes ocupan un espacio en esta Argentina”? Realmente nos cuesta asumir otra interpretación que no sea la defensa de los capitalistas que producen en Argentina; realmente es muy difícil interpretar que haya querido decir otra cosa. Y de esta manera Crespo, a la cabeza del sindicato, asume una posición de clase que no es obrera, es burguesa, al punto tal, que coincide con los argumentos esgrimidos por el lobby de FATE en los medios de comunicación, que la levantan como la gran perjudicada del sistema impositivo actual.

A no confundirse: si existe la huelga por reclamo salarial, si existe la voluntad de lucha y la fuerza para llevarla a cabo es gracias a los trabajadores de base, a esos que el mismo Crespo tildaba de “fachos” si no votaban a la Lista Negra en las últimas elecciones sindicales; y es desde esos mismos obreros de base, desde esos fumaderos, desde esa resistencia organizada en cada sector de trabajo, desde donde debemos parir un movimiento de base que imponga en la lucha nuestros verdaderos intereses como trabajadores, que no tienen nada que ver con discutir si está bien o está mal que la patronal gane mas o menos, mientras nuestras condiciones laborales y de vida son una miseria.

Al plan del gobierno y de las patronales, lo vamos a derrotar con la rebelión de las bases. El resto, es puro cuento.

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